Opinión

Rosa Paz

Rosa Paz

Periodista. Comité editorial de EL PERIÓDICO

Aquí, casi todo sigue igual

El PP se equivoca en su análisis, creyendo que lo que piensan ellos y las personas de su entorno es lo que sostiene toda la ciudadanía

Alberto Núñez Feijóo durante la celebración de la ajustada victoria del PP en las elecciones europeas.

Alberto Núñez Feijóo durante la celebración de la ajustada victoria del PP en las elecciones europeas. / Oscar del Pozo

Si Alberto Núñez Feijóo pretendía hacer de las elecciones europeas un plebiscito sobre Pedro Sánchez, y lo pretendía, porque él mismo lo dijo en varias ocasiones, se podría afirmar que ha fracasado. No porque el presidente del Gobierno y líder del PSOE haya ganado nada, sino porque no ha perdido mucho. Es decir, que aquí, viendo los resultados de estos comicios, las cosas siguen casi igual que hace once meses. Salvo la subida, claro, de los ultras de Vox y de Se acabó la fiesta que, con todo, están aún muy lejos de las cotas de sus correligionarios de otros países europeos. Populares y socialistas han obtenido porcentajes de voto muy parecidos a los que lograron en las generales de julio pasado, lo que parece la constatación de que el PP se equivoca en su análisis, creyendo que lo que piensan ellos y las personas de su entorno es lo que sostiene toda la ciudadanía. Yerra, por tanto, en su estrategia de atacar con tanta dureza a Sánchez, y en las últimas semanas a su mujer, porque lejos de derribarlo moviliza a su favor el voto de la izquierda, incluso el de aquellos que no son entusiastas de su acción de Gobierno.

Por lo que se ve en los resultados de estas europeas, los españoles están igual de divididos entre populares y socialistas que en los últimos tiempos y si estos comicios se plantearon como una pelea de gallos, en la que uno de los dos tenía que quedar exangüe, Sánchez ha salido ileso mientras que quien podría haber quedado más debilitado al no haber conseguido su objetivo es el líder popular. Y no es la primera vez. Porque en las elecciones generales ganó, sí, pero sin la posibilidad de sumar una mayoría para la investidura, y ahora ha ganado, sí, pero empeñado en echar a Sánchez, aunque estos no sean unos comicios que cambien gobiernos, el resultado tampoco le permite muchas alharacas. Es evidente que el líder del PP tiene prisa por llegar a la Moncloa, acuciado además por las fuerzas conservadoras madrileñas, que, si se descuida, y él debe de sospecharlo, le moverán la silla y, tal vez, acaben por defenestrarlo, como le hicieron a su antecesor, Pablo Casado.

El resultado tampoco le permite a Sánchez lanzar las campanas al vuelo. Cuando el presidente despierte esta mañana, el dinosaurio seguirá ahí. No ha caído abatido, pero eso no resuelve ninguno de los problemas de un Gobierno sustentado sobre unos pactos tan frágiles que pueden romperse en cualquier momento. Tiene, por una parte, a Sumar, que cuenta con una vicepresidenta y cuatro ministros en el Ejecutivo, y que está cada día más debilitado, enfrentado con Podemos, grupo del que se desligó, y con una incesante pérdida de fuelle electoral. Por otra, a Carles Puigdemont, que amenaza un día sí y otro también con dejarlo caer, algo que dependerá en buena medida de cómo se desarrolla la política catalana y la investidura de Salvador Illa. Es un escenario tan inestable que no permite ni vislumbrar si habrá presupuestos generales y tampoco qué continuidad puede tener la legislatura. Ese es el dinosaurio, esa es la cruda realidad.

Suscríbete para seguir leyendo