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Albert Sáez

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Director de EL PERIÓDICO

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'In varietate concordia', votemos para defender la UE

Archivo - Sede del Parlamento Europeo, en Estrasburgo

Archivo - Sede del Parlamento Europeo, en Estrasburgo / FRED MARVAUX/EP/DPA - Archivo

El lema en latín de la Unión Europea, 'In varietate concordia', trata de reflejar la esencia de la institución de la que hoy elegimos su parlamento. Unidos en la diversidad es la traducción de lo que podríamos considerar como una especie de avatar analógico de la UE. Se puede entender de muchas maneras. La extrema derecha hace equivalente la unidad a la uniformidad. “Más muros y menos moros”, ha dejado dicho Santiago Abascal para bochorno de sus compatriotas. Mientras que la extrema izquierda asimila la diversidad a la diferencia. La concordia es un concepto mucho más preciso igual que la variedad es el punto equidistante entre asimilación y disolución. Son esos equilibrios los que han garantizado la paz después de la Segunda Guerra Mundial como hemos recordado esta semana en el aniversario del desembarco de Normandía. Y es justo lo que la algarabía digital sumada a la desmemoria y a esa absurda necesidad de autenticidad y pureza que alimentan los populismos están a punto de cargarse según lo que pase en las elecciones de hoy.

Poco después de Normandía, Theodor Adorno escribió que la principal misión de la educación debía ser que no se repitiese Auschwitz. Escuchando a Abascal, viendo la ley de medios que propone Podemos o el éxito de Alvise entre los nuevos votantes, uno concluye que a Adorno no le hicimos mucho caso y ahora queremos lavar la indignidad de nuestro descuido demonizando a las redes sociales y prohibiendo el uso del móvil en unas escuelas que no hacen lo suficiente para unirnos en la diversidad. Digan lo que digan los abascales y las monteros, el éxito de la UE es la concordia, la unidad en la diversidad que ha traído paz, crecimiento y bienestar, tres elementos indisociables que, como advirtió Macron, pueden desaparecer. Votemos para evitarlo. Las guerras culturales o la conquista de los cielos pueden parecer de mayor autenticidad, pero no tienen la más mínima consistencia. No hay que derrotar al diferente sino alcanzar la concordia.

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