Opinión |
Tras el 12M
Albert Soler

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Periodista

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De presidentorra a presidentilla

Tardé años en descubrir que Pujol no se llamaba 'Presidentpujol', tal como se le nombraba en todas partes, y más que en ninguna otra, en TV3

El líder del PSC, Salvador Illa, en un mitin en Terrassa

El líder del PSC, Salvador Illa, en un mitin en Terrassa / ACN

 A mí me gustaría que Salvador Illa fuese presidente de la Generalitat por una cuestión de sonoridad, por lo demás, me da igual. La sonoridad del cargo es importante en todas partes, pero en Catalunya más, porque aquí existe la curiosa costumbre de referirse siempre al presidente con el cargo y el apellido, todo seguido, como si fuera una sola palabra. Tanto es así, que tardé años en descubrir que Pujol no se llamaba 'Presidentpujol', tal como se le nombraba en todas partes, y más que en ninguna otra, en TV3. Me duró la confusión hasta el siguiente presidente, a quien de buena fe llamé siempre en mis artículos 'Presidentmas', así se referían siempre al tipo, no solo nuestra tele oficial, sino hasta sus fieles. “Hoy nos visitará 'Presidentmas'”, decían con reverencia eclesiástica y tono solemne. Y yo, claro, convencido de que este era su nombre. No sé de ningún otro lugar donde guarden esa peculiar práctica, nadie llama a Pedro Sánchez 'Presidentesánchez', como mucho le llaman mentiroso. En TV3 se refieren a Biden como Joe Biden -ni siquiera Joseph, usan el coloquial-, no 'Presidentbiden', y eso que este sí que es un presidente poderoso y no el nuestro. Será cosa del inveterado complejo de inferioridad de los catalanes, que hace que queramos dotar a todo de solemnidad impostada, hasta bautizamos a las manifestaciones como “mandato popular” y al actual presidente de la Generalitat le ponemos el número 132, como el Seat que tenía mi abuelo, y eso que con Aragonès casaría mejor el más diminuto Seat 133.

Cuando llegó el turno de 'Presidentorra', la cosa mejoró. 'Presidentorra' suena a aumentativo y femenino, como 'Presidentaza'. A mí me hablan de una 'presidentorra' y me imagino a una presidenta grandota, zafia y ordinaria. A Laura Borràs, por ejemplo, este cargo le vendría como anillo al dedo.

A Illa le va a tocar ser 'Presidentilla', e imaginamos una presidenta pequeñita, poquita cosa y un poco repipi. Pasar de golpe de una 'presidentorra' a una 'presidentilla' o una 'presidentita', supondría un cambio demasiado brusco, por eso en el interludio hemos tenido a 'Presidentaragonès', ya se ve que no suena igual de bien, demasiado largo.

Lo mismo sucede con 'Presidentvivales', de ahí sus pocas opciones, pobrecito. Si hemos tenido una presidentorra, que a pesar del aparatoso nombre no hizo absolutamente nada, bien podemos soportar una presidentilla, que seguro que no ocupa tanto espacio y molesta menos. En Catalunya ya no le pedimos más a un presidente.

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