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Residencias
Sílvia Cóppulo

Sílvia Cóppulo

Periodista y psicóloga.

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Enfermeras y residuales

En sus manos descasa la calidad de vida y la salud de los ancianos

Manifestación de enfermeras, en diciembre en la plaza de Sant Jaume de Barcelona.

Manifestación de enfermeras, en diciembre en la plaza de Sant Jaume de Barcelona. / El Periódico

Poco más que mileuristas. Contratos por días e incluso por horas. Escaso reconocimiento profesional y prestigio social precario. Son las condiciones de las enfermeras que trabajan en los geriátricos. Y, sin embargo, en sus manos descasa la calidad de vida y la salud de los ancianos. Un sinsentido. A no ser, claro, que en el fondo de nuestra conciencia colectiva otorguemos un valor residual a nuestros mayores. O, ¿de qué otra manera se entiende que, pasada la época del todo vale de la pandemia, la escasez de enfermeras y el desprecio profesional se mantengan? 

Las enfermeras gestionan que las personas mayores accedan a la sanidad pública, organizan su medicación y los menús alimenticios, controlan las condiciones higiénicas de todo y de todos. Cuidan. Y se enfrentan a situaciones complejas generadas por el deterioro de los ancianos o por determinadas enfermedades. 

La oficialidad reconoce que la enfermera de una residencia debe ser una figura cualificada, a la que luego el sistema tratará muy mal. Dependen en Catalunya de Drets Socials. La ratio que marca el Departament es de 0,25 enfermeras en atención directa y de 0,10 en atención indirecta en los establecimientos públicos. Los privados, ni caso. Proporciones mínimas y vergonzosas que a menudo ni se cumplen. Porque no hay enfermeras. Las que nacieron en la época del 'baby boom' se jubilan. Otras más jóvenes abandonan la profesión, agotadas. Las universidades no ofrecen suficientes plazas para el relevo, y el Ministerio de Universidades tarda dos años en homologar títulos expedidos en otros países. 

Se anunció que los CAP atenderían a los ancianos de las residencias y que se contratarían más sanitarios. Pero han llegado las elecciones. Faltan enfermeras en todas partes y aún más en los geriátricos, el patito feo del sistema. 

La presidenta madrileña Díaz Ayuso, sin siquiera sonrojarse, justificó su veto a trasladar a personas mayores de residencias enfermas de covid a hospitales porque “se morían igual”. Me pregunto si el menosprecio que sufren nuestras enfermeras y los geriátricos tiene algo que ver ello. 

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