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Carles Francino

Carles Francino

Periodista

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La utopía europea

Fuera de las carreteras principales también hay vida. Y principios

Del 'tinder' laboral al transporte animal: 4 carpetas pendientes del Parlamento Europeo

Banderas de la Unión Europea.

Banderas de la Unión Europea.

No puedo precisar quién fue el autor de la frase, pero se me quedó grabada. Decía: “apelar al carácter utópico de algo para no hacer nada es la coartada de los mediocres”. Visto lo visto, yo añadiría que también de los que dominan el cotarro, de los que tienen alergia a soltar los mandos. Para ellos, todo es utópico. Desde apelar a salarios dignos hasta reclamar la paz en Palestina. O frenar el cambio climático; ¿a quién se le ocurre colocar la defensa del medio ambiente como primera prioridad? Podrán llamarle guerra cultural, pero despotricar contra los impuestos, ciscarse en la justicia social, mofarse del feminismo o demonizar a los inmigrantes no son más que herramientas ideológicas para mantener privilegios. Argumentos menos zafios, pero no tan alejados en el fondo, de aquello que escribió José María Pemán en pleno franquismo, en su revista 'Ellas', cuando aconsejaba a los pobres “que ofrezcan al señor con espíritu de penitencia y resignación las privaciones y la condición social que la divina providencia, con amorosos designios, quiso asignarles”. O sea que, si no has nacido rico, ajo y agua.

Pero, a pesar de todo, algunos utópicos resisten. Unai Díaz es un maestro que, con apenas 23 años, ya ha dado clases en barrios pobres de Los Angeles y en regiones de Colombia golpeadas por la guerra. Cuando le tocó hacerlo en un pueblo de la España vacía, recreó la Unión Europea aprovechado aulas, pasillos, calles y edificios para que los chavales tomasen conciencia de lo que nos jugamos. Ahora se presenta como candidato de ”Por un mundo más justo (M+J)”, un partido que nació hace veinte años al abrigo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En las anteriores elecciones europeas obtuvieron poco más de veinte mil votos, pero a Unai no le importa. Recuerda que “solo se va más rápido, pero acompañado se llega más lejos” y asegurar estar en el lugar adecuado para transformar la Europa de la desigualdad. Me encantó escucharle la otra tarde para confirmar que fuera de las carreteras principales también hay vida. Y principios. Y utopías. Bienvenidas sean.

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