Opinión |
Partido Popular
Ernest Folch

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Editor y periodista

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Emparedado Feijóo

El PP ya no convoca las manifestaciones para derrocar a Sánchez sino para amedrentar a Feijoo, convertido en el embutido de un ‘sandwich’ entre Ayuso y Vox

DIRECTO | El PP sale de nuevo a la calle en Madrid en protesta contra Sánchez

Feijóo pide el voto a "los estafados por Sánchez" y calienta la manifestación contra la amnistía

(I-D) Mariano Rajoy, Cuca Gamarra, Alberto Núñez Feijóo, Isabel Díaz Ayuso y José María Aznar, durante una manifestación del PP, en la Puerta de Alcalá, a 26 de mayo de 2024, en Madrid.

(I-D) Mariano Rajoy, Cuca Gamarra, Alberto Núñez Feijóo, Isabel Díaz Ayuso y José María Aznar, durante una manifestación del PP, en la Puerta de Alcalá, a 26 de mayo de 2024, en Madrid. / Alberto Ortega - Europa Press

El PP agita el árbol, pero de momento sigue sin caer ni una hoja. El Feijóo activista descubre poco a poco el precio de salir a la calle, la evidencia empírica de que las manifestaciones siempre van de más a menos. Entre las bullas rabiosas de Ferraz y las misas dominicales contra la amnistía cada vez suman menos gente pero cada vez más enfadada, el primer síntoma fatal de cualquier desmovilización. En el caso del PP, un partido diseñado exclusivamente para el poder y no para estas agitaciones antisistema, su activismo desactivado tiene ya solamente un objetivo estrictamente interno. En la triste manifestación de este pasado domingo, a la que ya solo acudieron veinte mil almas, la apariencia del aquelarre era el de siempre: váyase señor Sánchez, todos contra Puigdemont y elecciones ya, la misma letanía aburrida y estéril que se repite monótonamente desde el 23J. Su prensa amiga se esforzaba por describirla como “una marea humana” con el objetivo electoral de ganar el plebiscito anunciado de las europeas, pero lo cierto es que las fotos aéreas mostraban una discreta muchedumbre que desmentía en sí misma el anunciado apocalipsis sanchista.

En realidad, el PP ya no convoca las manifestaciones para derrocar a Sánchez sino para amedrentar a Feijóo. La derecha extrema de su propio partido trata de que su aparente líder evite cualquier tentación de moderarse, y que poco a poco vaya deslizándose por el precipicio de la radicalidad, el terreno resbaladizo por donde patina tan bien Ayuso. Y es que la presidenta de Madrid, por mucho que siga gritando “¡Viva la fruta!”, no pretende asaltar la Moncloa sino su propio partido, al que lentamente, discurso a discurso, va empujando hábilmente hacia el carajo de libertad de Milei. La visita atómica del presidente argentino incomodó a Feijóo, desconcertado ante tanto exabrupto, pero catapultó a Ayuso, que encontró nueva munición argumental para afianzar su posición. Y ahí se ha quedado petrificado Feijóo, emparedado entre Milei y Vox, emparedado entre su presupuesta pero jamás ejercida moderación y la visceralidad salvaje de Ayuso, emparedado entre el centro imposible que una vez soñó y la extrema derecha hacia donde lo conducen cada vez más indisimuladamente. El líder del PP es ahora mismo un embutido perplejo en medio del fenomenal y extravagante ‘sandwich’ en el que lo ha metido la derecha extrema radical de Madrid, que lo encapsula como paso previo para devorarlo. De ahí que los gritos impostados de Feijóo en la puerta de Alcalá en contra de la amnistía parecieran tan forzados, como una obra de teatro que ha tenido que aprenderse a disgusto cinco minutos antes de la función. Nada que ver con la interpretación fresca, creíble y dicharachera de la presidenta de Madrid, que se comporta con Feijóo con el sadismo y la prepotencia de los gatos con los ratoncitos: juega con él con paciencia, y lo tiene medio muerto o medio vivo a la espera del zarpazo final. La guerra civil del PP es un fascinante espectáculo silencioso, todos con una sonrisa en la cara, en el que lo más importante es siempre lo que se insinúa y no se dice. Uno de los grandes alicientes del 9J es saber si por fin empezará el esperado tiroteo en Génova.

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