Llévatelo a tu casa
Nuestras instituciones, esos templos de la democracia, nos dicen que está bien que así sea. Con mejor o peor retórica, se suman al grito: son alimañas
![Inmigrantes rescatados en las costas canarias.](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/085a3a4e-4940-443d-863f-331760dc5eff_16-9-discover-aspect-ratio_default_0.jpg)
Inmigrantes rescatados en las costas canarias. / Ángel Medina
Eso, venga, llévatelo. ¡Mete al inmigrante en tu casa! Este es el grito de guerra. Una ofensa. Una declaración de intenciones. El punto final marcado por la ultraderecha. Llévatelo, mételo. Podría ser un perro. O una alimaña. Sí, más bien este es el sentido. Una bestia peligrosa, un insecto molesto. Una plaga.
Hemos visto sus rostros al ser rescatados del mar, apenas cubiertos por mantas térmicas, aterrorizados, sin nada. Los hemos visto aprisionados tras los muros, heridos por las concertinas, golpeados, insultados, expulsados a países donde no querríamos poner un pie en nuestra vida, dejados a su suerte -muerte- en medio del desierto. Y nuestras instituciones, esos templos de la democracia, nos dicen que está bien que así sea. Con mejor o peor retórica, se suman al grito: son alimañas.
Faltarían páginas en este diario para describir todas las vilezas que se están cometiendo contra los inmigrantes, aunque dos palabras las resumen: tortura y muerte. Pero no están descritos los efectos que ese trato provoca en nosotros. ¿En qué nos convertimos cuando decidimos despreciar a cientos de miles de personas que solo huyen de la miseria? Cuando la compasión deja de ser un valor apreciado, cuando el insulto se extiende a todos los que abogan por un mínimo de dignidad, cuando decidimos que los derechos humanos no rigen para todos. ¿Cuántos gritos de guerra se necesitan para dejar de oír las llamadas de auxilio? ¿Cuántos para perder la humanidad? Deberíamos saberlo. Deberíamos poder calcular cuánto tiempo nos queda antes de que empecemos a mirarnos entre nosotros buscando nuevas presas.
Llévatelo a tu casa. Llévatelo y que te muerda y que te transmita la rabia. Llévatelo y que infeste tu casa y la carcoma la devore. Llévatelo y ahí te pudras, porque tú también eres como ellos: una alimaña. Nadie te quiere. Sobras. Si tanto te gustan, vete con ellos… Así empieza, así acaba. Está escrito en los libros de historia. Y en los cementerios. Y en las fosas comunes. Es un grito de guerra contra la humanidad, y estamos perdiendo.
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