Periodista
Agnès Marquès
Periodista
La verdad
¿Cuántas veces hemos estado cerca de que alguien nos arruinara la vida? Veré 'La fugida' porque les debemos la verdad a las víctimas, pero lo haré cuando pueda verla por la tele, en casa, y sobrecogerme bien
No quiero ir nada más que hasta el fondo. Es la breve despedida que dejó escrita Alejandra Pizarnik antes de suicidarse con una sobredosis de barbitúricos. Ese fondo, quién sabe, podría ser el límite de una pulsión de intensidad vital, quizá la locura. O de la verdad, porqué también está allí ya sin matices ni embellecedores. Cruda. Suele no gustar. Por eso todavía no he visto 'La fugida', el documental de Josep Morell, Marc Martínez Sarrado y Guillem Sánchez sobre los abusos a menores en colegios de los jesuítas en Barcelona. Me asusta asustarme. Sé que pasaron esos abusos, en el colegio se oían algunos comentarios. El caso del 'pare Tó' era siempre el más recurrente porque había salido incluso en prensa. Condenado por abusos en Barcelona, la congregación lo envió a Bolivia a trabajar con niños… La inocencia de la edad nos hacía restarle gravedad. Sencillamente no sabíamos nada, y me estremece saber ahora que tantos niños tuvimos el mal tan cerca y que quizá fue una casualidad, una campana de entrar a clase, el reclamo de un amigo, una distribución aleatoria por apellidos lo que hizo que muchos no nos topáramos con uno de ellos. Y también que nuestro privilegio fue la desgracia de otros niños en Bolivia.
¿Cuántas veces hemos estado cerca de que alguien nos arruinara la vida? Veré 'La fugida' porque les debemos la verdad a las víctimas, pero lo haré cuando pueda verla por la tele, en casa, y sobrecogerme bien. Porque la verdad suele ser sobrecogedora. Y muchas veces molesta, por eso mentimos o miramos hacia otro lado.
A Joan Laporta, que Xavi explique en rueda de prensa la verdad sobre la situación financiera del Barça le ha enfadado hasta el punto de querer despedirlo tres semanas después de ratificarlo para la temporada que viene. La verdad nos desnuda hasta los huesos. Y desnudos, titiritamos. ¿Tan necesaria es la verdad? Y ahí está el debate. Desde el periodismo, desde luego. Los matices estan en lo personal. Hace tiempo que llevo a cuestas este clímax que describe Thomas Bernhard en uno de sus relatos autobiográficos. “(...) pero no hay que cesar de decirles la verdad, y las observaciones horrorosas y espantosas que se hacen no deben callarse en ningún caso ni tampoco falsificarse siquiera (...) Para salvarse, aquellos a los que se habla no creen ni lo más natural. El hombre no se deja aguar la fiesta por el aguafiestas. Durante toda mi vida he sido uno de esos aguafiestas (...) Mi existencia, durante toda mi vida, ha molestado muchísimo”. La verdad.
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