Opinión |
Escenario poselectoral
Emma Riverola

Emma Riverola

Escritora

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Votar también es un estado de ánimo

Salvador Illa no es una bebida excitante, en absoluto, más bien una tisana relajante. Y, quizá, eso explica que haya recogido votos de aquí y de allá. Un poco de tranquilidad ante el exceso de polarización

Illa cree que logrará ser presidente y defiende que ERC continuará teniendo un "papel relevante"

Puigdemont defiende que irá "hasta el final" con su investidura y no teme una repetición electoral

El candidato y líder del PSC, Salvador Illa

El candidato y líder del PSC, Salvador Illa / Ángel García / Bloomberg

El 'procés' despertó un sueño que siempre había estado latente en muchos catalanes: la posibilidad de una Catalunya independiente. La concurrencia de líderes nacionalistas anunciando su posibilidad agitó mayorías, pero la convulsión no hubiera sido posible sin un escenario económico y social determinado. Escenario que produjo unas emociones que, a su vez, encontraron una traducción política: la indignación del 15M y la ilusión del 'procés'.

Los días del espejismo pasaron. El sueño independentista no ha muerto, pero muchos han preferido guardarlo en un cajón. Hoy, como en 2012, es imposible analizar el resultado electoral sin observar el contexto. Por el escenario desfilan varias guerras, el auge de la ultraderecha, la impotencia inmobiliaria, la amenaza climática y, sobre todo, el desengaño de tentativas políticas que se han desplomado tan rápido como ascendieron. Por otro lado (pero no desligados), la ansiedad, la depresión, el estrés o la inatención se han convertido en una lacra social. Los problemas particulares y sistémicos conforman un laberinto por el que es fácil perderse.

Observar el estado de ánimo colectivo es fundamental para tener una visión amplia de lo acontecido en las elecciones. Dos ejemplos de agitación emocional que no han funcionado: el discurso desafiante de la restauración de Puigdemont (quedar a 7 escaños del PSC es más fiasco que triunfo) o la elevación de un símbolo de los Comuns (el Hard Rock resulta demasiado inasible cuando no puede afrontarse el alquiler de un piso). Salvador Illa no es una bebida excitante, en absoluto, más bien una tisana relajante. Y, quizá, eso explica que haya recogido votos de aquí y de allá. Un poco de tranquilidad ante el exceso de polarización. Reflexión ante el arrebato. Promesa de estabilidad cuando todo se tambalea. Puigdemont afirmó la noche electoral que era evidente la “movilización del electorado unionista como consecuencia de la estrategia de la españolización”. La falta de comprensión lectora y el desprecio también son un signo de nuestros días.

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