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Josep Maria Fonalleras
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Acción de gracias

'La dansa dels dies' es como una invitación a caminar con el autor

Libros

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En la presentación del último libro que ha publicado el escritor y gestor cultural Àlex Susanna, uno de los asistentes, Antoni Puigverd, dijo de 'La dansa dels dies' que "destilaba una experiencia de felicidad, una serenidad". Es una apreciación tremendamente acertada que el propio Susanna había insinuado poco antes. Al referirse a su dietario (uno más de la larga lista de cuadernos y apuntes del natural a partir de los cuales ha fundamentado una obra sólida, también en su vertiente poética) afirmó que este es “un género literario de acción de gracias”. Me parece una definición estrictamente cierta, porque el dietario (que, en este caso, se extiende entre febrero de 2021 y febrero de 2022) incluye observaciones, excursos, anotaciones de amigos visitados, fragmentos de una existencia íntima y experiencias artísticas y laborales, lecturas, constataciones de la insoslayable desaparición de los amigos que han fallecido, menciones a la muerte y reclamos a la vida que se derrama y se filtra, como los días que son la excusa (los inevitables granos de arena que caen por la pendiente de las paredes del reloj) de cada una de las entradas.

Este dietario de Susanna (que él mismo define como “camaleónico, proteico y versátil”) es como una invitación a caminar con el autor. Es el paseo que emprenden, como en la imagen de la cubierta, dos amigos sin prisas, dispuestos a disfrutar de una inmensidad que se nos demuestra abarcable y afable, a través de las “fluctuaciones y las intermitencias de nuestro yo” sin dejar de lado la premisa esencial, que, "más allá de la veracidad" de lo que se cuenta, importa (y mucho) "la voluntad de la forma", es decir, el cómo se explican las peripecias de un año. El camino es agradable y exuda ese agradecimiento que decíamos, una especie de confortabilidad que, de repente, se vuelve un país abrupto, una sacudida inesperada, una madriguera de tinieblas donde aparece la desolación. “Los buenos dietarios, escribe Susanna, “generan cierta adición”. Este lo es. Los días bailan una danza antigua y pausada. 

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