Opinión |
La espiral de la libreta
Olga Merino

Olga Merino

Periodista y escritora

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Artículos a fuego lento

Rosa Montero y Claudia Piñeiro imprimen pulso narrativo a sus textos en prensa. La buena crónica, la buena columna, requieren un esfuerzo que la crisis económica y la digital ya no aprecian

Las escritoras Rosa Montero (izquierda) y Claudia Piñeiro (derecha)

Las escritoras Rosa Montero (izquierda) y Claudia Piñeiro (derecha) / EPC

Si pudiera teletransportarme, si lo cotidiano no fuera a veces tan lioso, el lunes por la tarde estaría en Madrid, en concreto en la librería La Mistral, a las 19 horas, como un clavo bien peinado, para escuchar a dos escritoras a las que aprecio y cuya inteligencia admiro: Rosa Montero y Claudia Piñeiro. Coinciden en la mesa de novedades sus ‘Cuentos verdaderos’ y ‘Escribir un silencio’, ambos en Alfaguara, libros que reúnen crónicas y reportajes publicados en el diario ‘El País’, en el caso de Montero, y columnas de prensa aparecidas, en el de Piñeiro, en periódicos argentinos como ‘Clarín’, ‘La Nación’ y ‘Página 12’, además de discursos pronunciados en ferias del libro y cátedras universitarias. Textos de no ficción, aunque ambas autoras están, por encima de todo, poseídas por el demonio novelesco. Palabras hiladas en su momento con urgencia de la vida pero que siguen hablándole al presente.

Creo que las dos escritoras son buenas amigas. Diría que, además, comparten cierta mirada sobre el mundo o, mejor dicho, que ambas se sitúan en un lugar parecido para observarlo: en los márgenes pero sin perder de vista el centro incandescente del mundo. «Siempre he creído —escribe Montero— que es ahí, en las oscuras trastiendas de la sociedad, donde la vida se manifiesta con menos maquillajes, más pura, más auténtica». 

La novelista argentina trabaja sus textos periodísticos desde la intimidad despojada de narcisismos, la reflexión y la memoria, entendida como acto de voluntad, porque, para sustanciarla, «hay que querer recordar, individualmente o como sociedad». Por eso, aparte de pensar lo leído, en sus páginas afloran las luchas para defender el derecho al aborto; la pobreza, la violencia y el ecocidio en el delta del Paraná; y las Madres de Mayo que escucharon a Sting cantar ‘Ellas bailan solas’ en la cancha de River.

‘Cuentos verdaderos’, las crónicas que Montero escribió durante la década acelerada entre 1978 y 1988, suponen un oportuno viaje de regresión para comprender de qué España venimos, cuánto músculo quemó el remo en la travesía y cuán decisivo fue el papel de los medios en la democratización del país. Se encadenan la matanza de los abogados de Atocha, el reguero de muertes de ETA, la epidemia de la heroína, el ruido de sables, la desaparición de ‘El Nani’ a manos de una mafia policial, el desempleo y asuntos que ahora pueden parecer triviales pero que también explican lo que fuimos, como el Circo Chino de Manolita Chen, aquel espectáculo ambulante que dio en llamarse «el cabaret de los pobres». Los artículos están escritos con un feroz instinto narrativo. Parecen relatos.

Montero o Piñeiro, da igual. Escribir así para los diarios, imprimiendo a la página esa vibración, es dificilísimo. Los periodistas son ahora hombres y mujeres orquesta. Contar los hechos o reflexionar sobre ellos requiere un tiempo que ya no se paga. Y es ahí se esconde el mejor periodismo, en ese territorio liminar que roza la literatura.

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