Opinión |
Revés a la ley de amnistía

La enésima machada de Waterloo

Puede que Puigdemont, llevado por su orgullo y vocación de lobo solitario, se haya metido en un callejón sin salida 

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Sesión Plenaria extraordinaria en el Congreso de los Diputados por la Proposición de Ley Orgánica de amnistía para la Normalización institucional, política y social en Catalunya

Sesión Plenaria extraordinaria en el Congreso de los Diputados por la Proposición de Ley Orgánica de amnistía para la Normalización institucional, política y social en Catalunya / JOSÉ LUIS ROCA

Sergi Sol

Sergi Sol

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Con la misma vehemencia que el Consell Nacional de Junts bendecía la redacción de la ley de amnistía (con el timbre de Waterloo) en noviembre, hoy la rechazan. Siempre con la actitud altiva de quien se quiere mucho y no admite otra verdad o razonamiento que el propio. O lo que yo diga o doy una patada en la mesa.

Entonces proclamaron sus virtudes porque, según dijeron, la ley de amnistía "cumple todas las expectativas". Y despachaban así las dudas expresadas desde Ginebra por los republicanos que se olían que el juez podía sacarse de la manga el delito de terrorismo. Pero Waterloo no quiso escuchar nada y mantenía que mentar el terrorismo podía tener consecuencias desastrosas en Europa. De ahí que finalmente se acabara -de acuerdo con las tesis de Ginebra- con un quirúrgico redactado para impedir que el juez intentara burlar la ley sacándose de la manga una novedosa imputación.

Ni por esas. Faltaría más. Hay que demostrar en cada curva que si hay que ir con el gas a fondo, se va, que no se tiene miedo a nada ni a nadie. Lo importante es que siempre quede claro dónde está el arrojo y la valentía, quién es el temerario y quiénes los miedicas.

Los pupilos de Puigdemont han acabado por votar en contra de la ley y acto seguido se pavoneaban con la posibilidad de mandar al carajo la legislatura y provocar nuevas elecciones. Ante todo que quede muy claro que ellos no se andan con remilgos, dando así satisfacción a la pulsión de macho alfa que proyecta el mandamás ante propios y extraños. 

El rechazo de la ley de amnistía por parte de Junts junto a PP y Vox es una suerte de tragicomedia que, además de dar alas al argumentario de la derecha, parece dejar pista libre para aquellos jueces que combaten ferozmente la ley de amnistía y cualquier acuerdo que no pase por unos inquilinos de la Moncloa que, si no pertenecen a la derecha pura y dura, abjuren de acuerdo alguno con la periferia que amenaza la sagrada unidad de España. 

La pregunta pertinente es si de verdad Puigdemont está por votar que no a la ley de amnistía si no tiene todas las garantías para asegurarse su retorno sin que algún juez retuerza el sumario y la ley para impedir su ejecución. Claro que también nos dijeron que esto no iba de soluciones personales. Porque es obvio que la voluntad manifiesta del juez es considerar Tsunami Democràtic una organización terrorista. Lo que dejaría a Rovira en una situación crítica. Y meter en el mismo saco a Puigdemont, pese a que desde el mismo Waterloo se arremetió con virulencia contra Tsunami. De lo que se deduce que la imputación de Puigdemont por parte de García-Castellón tiene escaso o nulo fundamento. Tsunami, iniciativa de la que hizo apología Pep Guardiola, fue una propuesta que el independentismo más bravucón no dudó en poner en la picota. 

Puede que Puigdemont, llevado por su orgullo y vocación de lobo solitario, se haya metido en un callejón sin salida. Y con ello dé al traste con la amnistía. Amén de la legislatura mientras abre las puertas del Gobierno a Feijóo y Abascal. Pero puede también que le traiga sin cuidado si con eso acapara el protagonismo y da vigor a su ego de ufano líder que en mayo se presentará a las elecciones europeas.