Los retos de Aragonès para la reelección
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
Albert Sáez
EL PERIÓDICO adelantó este jueves que hoy Esquerra designará a Pere Aragonès como candidato a la presidencia de la Generalitat en las elecciones que deben celebrarse, como mucho, dentro de un año. Hace bien Esquerra en dar este paso para evitar las especulaciones sobre un hipotético regreso de Oriol Junqueras si prospera la amnistía. Un año en estas circunstancias habría agravado la sensación de suplencia que arrastra. Aragonès, ya casi nadie se acuerda, sucedió a Quim Torra, posiblemente el presidente más nefasto de la historia de la Generalitat al que no querían ni los suyos. Convirtió la institución en un circo y no tenía ni idea de la gestión del día a día, incluyendo una pandemia como el covid. Aragonès, ya casi nadie se acuerda, accedió a la presidencia gracias a un pacto con Junts que Puigdemont no quería. Finalmente, Puigneró y el resto de consellers de esta formación abandonaron el Govern tras meses de ruido permanente. Aragonès, ya casi nadie se acuerda, afrontó el reto de gobernar con solo 33 diputados y el suyo no ha sido un ejecutivo Dragon Khan. Pasará a los anales de la política por ello. Ha sido estable, también gracias a las alianzas cruzadas con el Congreso de los Diputados, y ha aprobado los presupuestos. Incluso podría hacerlo también este año como veremos en las próximas semanas. Aragonès, ya casi nadie se acuerda, ha puesto orden en la institución, ha estabilizado la gobernación y ha abierto una nueva etapa. Ha sido el perfecto antagonista de Torra.
El reto de Aragonès en este año de campaña es precisamente que casi nadie se acuerda de él. Y el suyo no es un problema de comunicación. La maquinaria de la plaza Sant Jaume y del partido funciona. Tiene que ver con su carácter y con el momento que le ha tocado liderar dentro de Esquerra. Aragonès no es en ninguna circunstancia una persona estridente. Y eso no lo cambiará ningún gurú electoral en unos meses. Solo le queda el camino de hacer de la necesidad virtud y ponerlo en valor en contraste con la agitación permanente de Junts y del candidato que le pongan delante. Pero Aragonès no prosperará en las encuestas si Esquerra no cambia de marcha. En estos tres últimos años se ha desacomplejado frente a Junts, pero aún les queda el rescoldo de Puigdemont. Cuando ha intentado abanderar la seriedad y el diálogo ha chocado con el cambio de tercio de los antiguos convergentes. Pero el reto de los republicanos en estos meses es que los votantes que en julio se quedaron en casa o votaron directamente a Pedro Sánchez vuelvan a su redil. Pero la pregunta que se harán es ¿para qué? Y si no se acuerdan de nada, difícilmente lo harán. La solución no pasa por ponerle a Aragonès un traje de Mickey Mouse sino dejarle tener un discurso del que la gente se acuerde. Un reto.
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