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El trazo grueso de la alcaldesa ultra de Ripoll

La dirigente de Aliança Catalana, Sílvia Orriols, en el pleno de investidura de Ripoll.

La dirigente de Aliança Catalana, Sílvia Orriols, en el pleno de investidura de Ripoll. / DAVID BORRAT

Albert Sáez

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Alguien ha querido poner en el centro de la conversación política en Catalunya las ideas de la alcaldesa ultra de Ripoll, Sílvia Orriols que derrotó a Junts en las elecciones de mayo. Orriols, a caballo de las secuelas en la convivencia en su ciudad de los atentados de Barcelona, se dedica a vender soluciones fáciles a un problema tan complejo como el de la emigración. Aparte de pedir esas expulsiones de inmigrantes reincidentes que también exigen algunos de los de Puigdemont, las entidades sociales de Ripoll explican hoy en EL PERIÓDICO que la alcaldesa se salta la ley antes de que lleguen las competencias presuntamente traspasadas y se dedica a dificultar el empadronamiento de los inmigrantes, algo a lo que la legislación actual le obliga. No es la única. Elisenda Colell explica que otros ayuntamientos realizan prácticas similares. El gobierno de Aragonès trata de poner sensatez y propone una cumbre de alcaldes para ordenar el tema.

La inmigración es una necesidad para Europa, como ha reconocido la UE en su último acuerdo sobre el tema. Hablar de cerrar fronteras, como hizo Trump, o de expulsiones exprés, como hace Orriols, es un trazo grueso que, en lugar de ayudar, complica la situación. En este asunto acumulamos muchos errores. Hay que empezar a decir que hay sectores económicos que no podrían funcionar sin esa mano de obra. Esta misma semana, Txell Pauné explicó que seis de cada diez millennials de Barcelona han nacido en el extranjero. Catalunya, España, Europa no son viables sin esos flujos migratorios. Y lo que hay que hacer es sentar las bases para la convivencia entre tradiciones culturales, religiosas y sociales diversas sin que nadie deba renunciar a su identidad excepto en aquello que pone en riesgo la convivencia. Y de este tema es mejor hablar que callar y razonar antes que vociferar. El exceso de buenismo puede ser un error, el silencio un error fatal, pero dar la batuta a una ultra como Orriols es directamente un suicidio. En su terreno de juego, siempre ganará ella. Hay que traerla al debate de lo posible y lo legal.

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