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Piense en PISA

Un profesor de secundaria da clases en un instituto

Un profesor de secundaria da clases en un instituto

Albert Sáez

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Hay una aparente consternación general por los resultados obtenidos por los alumnos españoles en el informe PISA que publica cada tres años la OCDE y que evalúa los conocimientos de los alumnos de 15 años en lengua, matemáticas y ciencia. 

Si la indignación fuera cierta, deberían cambiar muchas cosas y hacer de PISA el epicentro de muchas decisiones personales, familiares y políticas. Y muchas dependen de ustedes.

Cuando el profesor de sus hijos o de sus nietos les suspende o les reprende, antes de increparlo, piense en PISA. Cuando la escuela impone normas, antes de acudir a la AMPA para quejarse, piense en PISA. Cuando los sindicatos de enseñanza le digan que necesitan más recursos materiales, piense en PISA. Cuando los políticos, por electoralismo, cedan a las presiones sindicales, piense en PISA. Cuando le da miedo que su hijo juegue en un parque o vaya con sus amigos por la calle y prefiere darle una pantalla para entretenerlo, piense en PISA. Cuando, antes de votar, no sepa qué propone el partido al que va a apoyar en materia de educación, piense en PISA. Cuando los políticos le estimulan sus instintos básicos peleándose por abstracciones, piense en PISA. Cuando alguien le pregunta si puede cobrarle sin IVA, piense en PISA.  

La educación nos pone ante un espejo y no nos gustamos. Unos dirán que es culpa de las nuevas leyes, otros que es culpa de los recortesde la tecnologíade la educación por competencias, de la inmersión lingüística o de la concertación con centros privados. La realidad es que cualquier política educativa necesita tiempo y ello solo es posible con amplios consensos políticos y sociales, puesto que un ministro o consejero acostumbra a tener que dar explicaciones por los datos de PISA generados por su antecesor. Y puestos a exhibir fobias, sí, la culpa es de esa pléyade de ‘spin doctors’ que rodean a nuestros políticos para decirles que hay que polarizar y vivir en una permanente campaña electoral. Por favor, piensen en PISA.  

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