Suecia muestra la descohesión en la OTAN
Eliseo Oliveras
Suecia, más de 18 meses después de solicitar su ingreso en la OTAN a raíz de la invasión rusa de Ucrania, sigue esperando debido a las tácticas dilatorias de los regímenes autoritarios de Turquía y Hungría. El injustificable retraso en la aprobación por ambos del ingreso de Suecia revela una grave pérdida de cohesión política en la Alianza Atlántica, donde dos regímenes autoritarios pueden permitirse chantajear al resto de aliados con el objetivo de obtener concesiones especiales.
La pasividad mostrada por la OTAN durante más de una década ante la metódica transformación autoritaria de Turquía y Hungría, bajo el liderazgo de Recep Tayyid Erdogan y Viktor Orban, ha hecho crecer dos elefantes en la habitación que ya no pueden esconderse detrás de las declaraciones oficiales de unidad. El comportamiento de ambos países -tanto en la cuestión sueca como respecto a Rusia, el Mediterráneo, el Cáucaso, los Balcanes y Oriente Medio- socaba la indispensable cohesión de la OTAN y la confianza entre sus miembros. La pasividad de la Alianza Atlántica ante la transformación de Turquía y Hungría en dos regímenes autoritarios con elecciones choca frontalmente con el Tratado fundador del Atlántico Norte de 1949, que destaca el compromiso de preservar la democracia, las libertades individuales y el Estado de Derecho.
La integración de Suecia reforzará considerablemente la seguridad de la OTAN y sus miembros al aportar sus amplias y modernas capacidades militares. Por ello, no debería ser controvertida, a diferencia de otros candidatos que reducirían la seguridad colectiva por el riesgo de involucrar automáticamente a la OTAN en una guerra al importar sus conflictos territoriales no resueltos, como Ucrania (guerra con Rusia) y Georgia (regiones independizadas de Osetia de Sur y Abjasia con el respaldo de Rusia).
El artículo 5, en entredicho
Si una cuestión menor y sin ningún riesgo, como el ingreso de Suecia en la OTAN, genera tantas dilaciones en dos de los aliados, surge la duda de si todos los miembros están dispuestos a cumplir el compromiso de defensa mutua colectiva en caso de un ataque militar a uno de ellos (artículo 5 del tratado) y enviar con rapidez a sus soldados a sumarse al combate, en especial si el ataque se produce lejos de sus fronteras y no amenaza su seguridad nacional. El artículo 5 es la piedra angular de la OTAN y la actual pérdida de cohesión política interna de la Alianza Atlántica podría agravarse aún más si Donald Trump resulta vencedor en las elecciones presidenciales norteamericanas de 2024.
Erdogan, pese a sus promesas del pasado julio en la cumbre de la OTAN de dejar de retrasar el ingreso de Suecia, no envió el protocolo de adhesión al Parlamento turco hasta finales de octubre. La comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento turco, dominada por el Partido Justicia y Desarrollo (AKP) de Erdogan, aplazó el 16 de noviembre los debates sobre el texto sin precisiones. En Hungría, el partido Fidesz de Orban, que detenta la mayoría absoluta en el Parlamento, demora desde hace meses incluir en la agenda parlamentaria el voto del protocolo de Suecia y dirigentes de Fidesz han indicado que hay pocas probabilidades de que sea aprobado antes de concluir este año.
Erdogan, con sus maniobras dilatorias, quiere: en primer lugar, obtener de Estados Unidos o en su defecto de los aliados europeos la renovación de su vetusta flota de aviones de combate; en segundo lugar, que la Unión Europea (UE) reactive las negociaciones para ampliar las ventajas del Tratado de Unión Aduanera y para suprimir el requisito de visado de entrada a los ciudadanos turcos; y en tercer lugar, busca más concesiones del Gobierno de Suecia que en la práctica supondrían retrocesos en la democracia sueca. Ante los retrasos de Estados Unidos en vender a Turquía la prometida cuarentena de F-16 nuevos y los equipos para modernizar el resto de la flota, Erdogan intenta ahora comprar cazas Eurofighter Typhoon, pero Alemania, miembro clave del consorcio, se opone. La UE se ha declarado esta semana abierta a reanudar el diálogo político de alto nivel con Ankara.
Orban quiere que la UE desbloquee los 13.000 millones de euros las ayudas suspendidas debido al autoritarismo y la corrupción en Hungría y obtener garantías de poder comprar gas y petróleo ruso sin limitaciones pese a las sanciones a Rusia. Orban aprovecha además para castigar a Suecia por las críticas a su régimen. Hungría y Turquía actúan coordinadamente y el 18 de diciembre Erdogan y Orban tienen previsto reunirse en Budapest.
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