Opinión |
Nuestro mundo es el mundo

Investidura, ‘troppo’ ruido

Sánchez exhibe 179 votos que le permitirán formar Gobierno, pero el cisma creciente entre los dos grandes partidos indica que subirá la polarización. La legislatura será complicada

Sánchez y Feijóo abren una tensa legislatura con el choque por la amnistía

Directo | Última hora del debate de investidura de Pedro Sánchez, en directo

Feijóo y Pedro Sánchez.

Feijóo y Pedro Sánchez. / Europa Press

Joan Tapia

Joan Tapia

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El pleno que acabará este jueves, previsiblemente con la investidura de Pedro Sánchez con 179 votos de ocho grupos parlamentarios contra 171 del PP, Vox y UPN, permitirá formar un nuevo Gobierno cuatro meses después de las elecciones del 23J. Ya era hora porque conviene afrontar los graves problemas de España en un mundo convulso por los fallos de las democracias (incluso de las de gran tradición como Estados Unidos y Gran Bretaña), los desajustes sociales tras la crisis de 2008 y la emergencia climática. No obstante, el debate fue decepcionante porque mostró un clima que indica que todo será difícil.

Pedro Sánchez, que será reelegido, desgranó las grandes líneas del nuevo Gobierno que será continuista de la anterior legislatura en la tarea de consolidar y aumentar las ventajas del Estado del bienestar y subrayó el nuevo papel de España en Europa. Pero el punto clave, que ha generado dudas sobre su constitucionalidad y una gran tensión política, era la futura ley de amnistía, cuyo proyecto se acaba de conocer y que es fruto del pacto con los partidos nacionalistas e independentistas, incluido el de Puigdemont, que se tuvo que negociar en Bruselas. 

La amnistía puede servir para normalizar más la situación catalana y es cierto que la Catalunya de 2023, gracias en parte a los indultos, está menos tensionada que la de 2017. Y está respaldada por los cuatro primeros partidos catalanes (PSC, En Comú Podem, ERC y JxCat) que tienen el 80% de la Cámara catalana. Pero hay tres objeciones. Una, es solo una apuesta, no una certeza. Dos, tiene menos legitimidad porque no es fruto de un amplio consenso -en Italia se necesitaría el voto favorable de las dos terceras partes del Congreso y del Senado-, sino de una negociación de investidura que ha obligado a un polémico documento de pacto entre el PSOE y JxCat. Tres, está originando una fuerte división social y grandes manifestaciones contrarias en el resto de España. ¿Normalizar Catalunya y crispar más España? 

El texto del proyecto parece correcto y en todo caso será aplicado por la judicatura y al final se tendrá que pronunciar el Tribunal Constitucional, pero la fractura que está emergiendo obligaba al candidato a marcar, sí, sus diferencias con el PP, pero también a buscar algunos puntos de encuentro porque España no puede funcionar sin algún consenso entre los dos grandes partidos. El presidente no lo hizo, sino que se recreó subrayando los pactos del PP con Vox y amalgamando ambos en la “derecha retrógrada”. Una imprudencia porque con 171 diputados y el primer grupo parlamentario en contra, no es inteligente alentar la polarización. Y ensañarse con Feijóo tampoco era lo más aconsejable.

El líder de Vox aumenta la tensión al abandonar el hemiciclo tras acusar al PSOE y a los independentistas de estar dando un golpe de Estado y de hacer una comparación con Hitler

Pero la réplica de Feijóo no arregló nada las cosas. Claro, debe mantener la unidad del PP, la amnistía es fruto de una oscura negociación y hasta hace muy poco no era defendida, sino atacada, por Sánchez y ministros del PSOE. Pero la descalificación total del presidente (“ha hecho usted el mayor ataque al Estado de derecho de nuestra historia reciente”) fue excesiva. Y tampoco tiene mucho sentido insistir en el supuesto “fraude electoral” y quitar toda legitimidad (otra cosa es discutir su constitucionalidad) a la amnistía. Y acabar diciendo que “España no se rinde”, cuando a la España real la representan los 350 diputados, es caer en un tremendismo peligroso. Negar el PSOE actual es tan necio como negar el PP actual porque ambos son la realidad. 

Y el tremendismo facilitó que Abascal, en una insultante intervención, acusara al PSOE y a sus aliados de estar dando un golpe de Estado, lo comparara con Hitler y, lo más grave, se preguntara con qué autoridad los autores de un golpe de Estado (el PSOE) se podrán oponer a los que se rebelen contra la tiranía. 

El Gobierno de Sánchez será constitucional -hasta Feijóo lo admitió-, pero la falta de diálogo entre los dos líderes no ayudará a nada y puede abrir camino a los ‘abascales’. El análisis del importante debate entre Sánchez y los nacionalistas -la clave del futuro- deberá esperar un próximo artículo.

Suscríbete para seguir leyendo