Opinión |
Prevención de incendios
Anna Sanitjas

Anna Sanitjas

Directora general de Ecosistemas Forestales de la Generalitat de Catalunya

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Ganar la partida al fuego

Hay que apostar por la gestión forestal sostenible, por una ganadería y una agricultura que generen un paisaje en mosaico

Incendios forestales: Catalunya apenas registra 668 hectáreas quemadas en uno de los peores años climáticos

Los incendios han quemado 1.521 hectáreas en Catalunya, un 78% menos que el año pasado

Segundo día del incendio forestal de Portbou.

Segundo día del incendio forestal de Portbou. / shutterstock

Este verano, pese a enfrentarnos a una campaña muy complicada, marcada por la sequía y el alto peligro de incendio, se han quemado menos hectáreas de bosque que en los últimos dos años.

Hay quien dice que hemos tenido mucha suerte. No obstante, como la vida misma, la suerte a menudo la construimos día a día. Y, si bien es cierto que hay factores que no dependen de nosotros y que podemos atribuir a la suerte o al destino (como la lluvia que llegó a finales de mayo y junio), existen otros muchos que desencadenan o no grandes incendios en un país como el nuestro que dependen en gran medida de nosotros.

Cada año empezamos una partida contra el fuego. Una partida desigual, porque el fuego es astuto y capaz de aprovechar cualquier oportunidad para generar un gran incendio. Un fuego que cada año tiene mejores cartas: la sequía, las olas de calor, la tramontana en el Empordà o el mistral en las Terres de l'Ebre; pero también la carta de las imprudencias que a menudo pagamos demasiado caras.

Si iniciáramos la partida con cartas malas, lo tendríamos todo perdido. Aun así, como país tenemos muy buenas cartas: la primera es la concienciación ciudadana, que permite responder como sociedad a situaciones de peligro con la máxima precaución y respeto. La segunda es la capacidad de predecir los momentos y las zonas con más riesgo mediante el mapa de peligro de incendio, lo que permite limitar actividades de riesgo, ajustar los dispositivos de vigilancia de incendios o implantar medidas extraordinarias, como por ejemplo el cierre de macizos. Y la tercera son todas las actuaciones de prevención de incendios que hemos hecho los últimos años: desbrozados, reparación de caminos, depósitos de agua, apertura de pastos... Actuaciones que han sido fundamentales para detener los incendios como en los casos de Portbou y de las Terres de l'Ebre.

Dos ases en la manga

Finalmente, también contamos con dos ases en la manga: uno son las ADF (Agrupacions de Defensa Forestal), que, además de las tareas de prevención en invierno y de vigilancia que realizan, cuando aparece una columna de humo en su municipio, salen rápidamente a parar el incendio antes de que se propague. Un modelo único en Europa que permite reducir el impacto de los incendios en nuestro país. Y el otro, evidentemente, es el Cos de Bombers de la Generalitat, uno de los mejores del mundo, con una alta capacidad de respuesta, así como de análisis y de anticipación, que permiten controlar el fuego pese a tener condiciones en contra.

Por todo esto, podemos decir que Catalunya no ha ardido este verano porque construimos nuestra buena suerte. Y lo hacemos todos, la ciudadanía, el voluntariado, las administraciones locales y todos los cuerpos y equipos de la Generalitat, desde el Cos d’Agents Rurals y Protecció Civil hasta el Grup Especial de Prevenció d’Incendis de Forestal Catalana.

Todo esto no significa que el próximo verano el fuego no tenga mejores cartas que nosotros, que no haya una sequía más extrema o que las olas de calor no sean más intensas, y que podamos sufrir un gran incendio forestal. Desgraciadamente, en un contexto de cambio climático, es una situación probable. Ante este escenario, sin embargo, no solo tenemos que mejorar año tras año nuestras cartas, que ya lo hacemos cada vez más y mejor, sino que debemos obrar un cambio de paisaje que nos permita ganar al fuego.

Hay que apostar por la gestión forestal sostenible, por una ganadería y una agricultura que generen un paisaje en mosaico, donde el fuego tenga poco recorrido. Debemos tener paisajes resilientes y vivos, con hombres y mujeres que lo cuiden, que lo aprovechen, que vivan y trabajen. Para eso trabajamos, por una revolución forestal, para no perder nunca más la partida contra el fuego.