Limón & vinagre

Adania Shibli, una ventana a Palestina

Adania Shibli

Adania Shibli / ARCHIVO

Emma Riverola

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“Nos parece inaceptable que se cancele a una autora valiente y brillante, referente de la literatura árabe actual, en un momento en que, más que nunca, es necesario saber, conocer y entender. Ante el horror, las palabras”, así se expresaban los editores Laura Sandoval y Daniel Álvarez Prendes, de Hoja de Lata, la pequeña editorial independiente asturiana que ha traducido y publicado ‘Un detalle menor’, la tercera novela de Adania Shibli. La autora palestina iba a recibir en la Feria Internacional del Libro de Fráncfort el premio LiBeraturpreis por ese libro. Su entrega se suspendió “en plena solidaridad” con Israel, según declaró el director de la Feria. La decisión provocó una carta pidiendo la revocación de la decisión firmada por 600 escritores. Entre otros, la suscribieron tres premios Nobel de Literatura (Annie Ernaux, Olga Tokarczuk y Abdulrazak Gurnah), el británico Ian McEwan y el irlandés Colm Tóibín.

Hay infinitos motivos para escribir, también para leer. Sin caer en la santificación -la mezquindad también puede tomar la pluma-, la mayoría de los grandes autores (también lectores) recurren a las letras en busca de un refugio para reflexionar, para tratar de entender lo inexplicable, para profundizar en la naturaleza humana, para conjurar el miedo o imaginar mundos mejores. La literatura es una ventana abierta. A un espacio, a un tiempo, a un pensamiento o a una vivencia.  

En un mundo cuarteado por los muros, los organizadores del premio decidieron levantar uno más. El mismo jurado que, hace cuatro meses, había descrito la última novela de la autora como “una obra de arte rigurosamente compuesta, tanto formal como lingüísticamente, que habla del impacto de las fronteras y de lo que los conflictos violentos provocan en y fuera de las personas”. ¿Cómo pudieron permitir que el veneno de la guerra llegara a las letras? ¿Cómo consideraron que era mejor cerrar, justo en este momento, una ventana abierta a Palestina? 

Shibli es narradora, dramaturga y ensayista. Doctorada por la Universidad de East London, fue profesora en la Universidad de Nottingham, consiguió una beca posdoctoral en el Instituto de Estudios Avanzados de Berlín, ciudad donde llegó “por amor”, y reparte su tiempo entre Alemania y Palestina. Habla seis idiomas, pero solo escribe ficción en árabe. Esa lengua que ella define como una “bruja increíble, divertida, loca, generosa y compasiva”. Su estilo destaca por la precisión del lenguaje. Quizá por ello su obra de ficción es escasa. Asegura que necesita un periodo de silencio para borrar el efecto del trabajo anterior y tiempo, mucho tiempo para moldear el idioma y lograr el significado y la influencia que busca. Su relación con el árabe es tan íntima, marca tanto la cadencia y la forma de su texto, que elige cuidadosamente a sus traductores.  

‘Un detalle menor’, la obra del reconocimiento cancelado, le llevó 12 años de trabajo. La historia recoge un hecho real: la violación en grupo y el asesinato de una joven palestina por una unidad militar israelí en la guerra de 1948. La narración se divide en dos partes. En la primera se describe a una tropa insensible al servicio de un comandante envenenado por la picadura de un insecto. No se menciona la religión de los soldados, tampoco se oye la voz de la niña, una atmósfera asfixiante impregna el relato. En la segunda parte cambia totalmente el estilo narrativo, por momentos se tiñe de comicidad. Una mujer palestina actual, una suerte de antiheroína, emprende un viaje para recabar información sobre aquella violación. En esta parte del relato se muestra la vida cotidiana de la zona ocupada y el mapa redibujado por la política de asentamientos.

La novela de Shibli no es antisemita. De hecho, aparecen algunos personajes israelís que ayudan a la investigadora. Pero, evidentemente, su mirada parte de una realidad muy concreta. Sus padres vivieron la Nakba cuando tenían 15 años, su abuelo fue asesinado. Aun así, la escritora explica que hubo silencio en su hogar, querían que los hijos descubrieran el conflicto a su manera. 

“Mi preocupación por Palestina es personal, no literaria. Forma mi literatura; pero mi literatura nunca trata sobre ella. Es más bien dentro y desde Palestina como condición de injusticia; de la normalización del dolor y la degradación. No me gusta definir la opresión por parte del Estado a través de la religión; no es el Estado judío el opresor, sino ‘El Estado’”. La Feria del Libro prefirió tapiar la ventana y respirar el aire viciado del miedo, el oportunismo y la incomprensión.  

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