Dos años del cierre
El vacío después de Nissan
Nissan: crónica de un cierre anunciado
Los fondos acreedores inician los trámites para hacerse con Celsa
![Planta de Nissan en Barcelona.](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/a0557441-7136-43a9-a93d-27c0024c1a55_21-9-aspect-ratio_default_0.jpg)
Planta de Nissan en Barcelona.
![Jordi Alberich](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/b70c161c-6516-465e-bdb1-229ae498f2ae_source-aspect-ratio_default_0.jpg)
![Jordi Alberich](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/b70c161c-6516-465e-bdb1-229ae498f2ae_source-aspect-ratio_default_0.jpg)
Jordi Alberich
Economista
Pese a que se venía intuyendo desde hacía tiempo, el cierre en 2021 de la planta de Nissan en la Zona Franca, tras 40 años de actividad, sorprendió a las administraciones sin alternativa industrial alguna para sustituir a la compañía japonesa. Transcurridos ya dos años, los proyectos no acaban de cuajar y parece que ya hemos abandonado la idea de contar con una opción de la relevancia del fabricante automovilístico.
Nos hemos percatado de que son muy pocas las empresas con dimensión y recursos para suplir a los japoneses, por lo que se está intentando articular una opción compleja, con diversos actores, pero sin que ninguno de ellos disponga de la capacidad financiera y de la fuerza de arrastre necesaria para un proyecto de envergadura. Al final, el medio millón de metros cuadrados acabará llenándose de actividad industrial o logística, pero lejos de lo que en su momento representó la planta automovilística. Una realidad decepcionante pues la industria está retornando a Europa y nosotros, día a día, desperdiciamos el buen hacer acumulado de trabajadores y proveedores de la antigua Nissan. Todo ello nos lleva a dos conclusiones.
La utopía del 'procés' llegó a concentrar todas las energías del Gobierno catalán, abandonando aquellas políticas determinantes para el bienestar de los ciudadanos y el progreso de las empresas. A su vez, resulta evidente nuestra incapacidad para articular políticas industriales modernas que, lejos de viejos proteccionismos, sepan preservar la producción nacional, tal como sucede en países avanzados de nuestro entorno.
La industria de esta dimensión que se va, ni retorna ni se la puede sustituir, pues se requiere de muchos años y de inversiones muy costosas; y la competencia por atraer inversión es ya global, a diferencia de lo que sucedía hace 40 años. Estos días también lamentábamos el incomprensible final de Celsa. Confiemos que todo ello sirva para aprender, pero, quizás, cuando ya hayamos aprendido no quedarán industrias que preservar.
Suscríbete para seguir leyendo
- Sumerge las bayetas en esta sustancia para limpiarlas sin ayuda de la lavadora
- El tardeo se consolida y le gana terreno al ocio nocturno en el área de Barcelona
- Una hoja de laurel en la carcasa del móvil: el truco que hace media España
- Donald Trump, herido leve de bala en un atentado en un mitin
- La Agencia Tributaria lanza un comunicado dirigido a los propietarios de viviendas
- ¿Quién era Thomas Matthew Crooks, el tirador que ha atentado contra Trump?
- El trucazo para que Google Maps detecte todos los radares de la DGT
- Adiós a colgar camisas y jerséis en perchas: el método japonés para ahorrar espacio en el armario