El síndrome de Babel
Es costoso y complejo que lenguas como el catalán puedan ser oficiales en la UE, pero la tecnología hará posible que puedan ser lenguas de comunicación
![El hemiciclo del Parlamento Europeo en Estrasburgo.](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/9677d7f9-ff92-4703-a5e8-fbc768c583aa_21-9-aspect-ratio_default_0.jpg)
El hemiciclo del Parlamento Europeo en Estrasburgo. / JULIEN WARNAND / EFE
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Andreu Claret
Periodista y escritor. Miembro del Comité editorial de EL PERIÓDICO
Periodista y escritor. Miembro del Comité editorial de EL PERIÓDICO
A raíz de la propuesta de incorporar el catalán, el gallego y el euskera como lenguas oficiales de las instituciones comunitarias, algunos han descubierto que en Europa se hablan más de 80 lenguas. Son los que han recordado el caos que hubiese imperado en la torre de Babel de no tomar Dios la sabia decisión de repartir por la Tierra a quienes hablaban lenguas diferentes.
Con ello, aceptan que el catalán sea un idioma para hablarlo en los valles pirenaicos, pero no en Bruselas. Como mucho en Catalunya, si los catalanes se empeñan, pero donde se cuecen las habas se habla inglés, alemán y francés (idiomas fundacionales de la Unión, además del neerlandés). Lo demás es volver atrás, a los tiempos del Génesis y a un caos que solo Dios puede ordenar. Los hombres, jamás, porque querrán hablar ruteno, casubio o meänkieli.
Si hablamos de incorporar todas las lenguas minoritarias y las que resulten de próximas ampliaciones, el coste y la complejidad logística sería enorme, difícil de justificar por mucho que la defensa de la diversidad lingüística sea uno de los principios de la UE. ¿No sería más lógico distinguir entre lengua de comunicación y lengua oficial? Con esta distinción, la torre de Babel dejaría de ser un síndrome y Bruselas podría ser un laboratorio para mejorar la interpretación y la traducción automatizada, dejando para los traductores de carne y hueso los documentos oficiales.
Para una institución como la comunitaria, obsesionada por el rigor, no es una decisión fácil, pero se me antoja que es la única que permite no hacer distingos entre las lenguas que aspiran a un legítimo reconocimiento.
¿No es raro que mientras el uso del catalán en Bruselas se nos hace una montaña, circulen vídeos por las redes donde Mariano Rajoy habla en un inglés que ya no es el de la 'cup of tea'? Si la inteligencia artificial permite semejante proeza, no me cabe duda de que no está lejos el día en el que el gallego, el euskera, el catalán, y otras lenguas puedan utilizarse como instrumento de comunicación en Bruselas.
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