Espacio público

Terrazas en tensión

La ordenanza que regula los veladores favorece a los grandes, en tamaño y capital, frente a los pequeños, atenazados por el precio de los alquileres

De mudanza para huir del ruido y el 'terraceo' en Barcelona: “No quiero desgastar más vida”

Terrazas en la calle Blai, en Barcelona.

Terrazas en la calle Blai, en Barcelona. / JORDI OTIX

Alejandro Giménez Imirizaldu

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Las terrazas nacen en los bulevares y pasajes parisinos del siglo XIX. La popularización de la cafeína como combustible anímico de la Revolución industrial multiplica el número de establecimientos dedicados al tráfico del amargo estimulante que tan bien marida con tabacos y licores. Locales de mal tono, refugio de poetas y disidentes, necesitaban espacios de transición social, climática y lumínica. Filtros de privacidad para las controversias del interior, reclamos de 'flâneur' al exterior. Son los primeros veladores y terrazas que en la capital francesa se sitúan pegadas a la fachada.

Barcelona se refleja en París pero nuestras terrazas se apartan logrando tres ventajas: las arquitecturas lucen su belleza desnuda, niños y mayores se alejan del bordillo y las personas con diversidad funcional pueden andar siguiendo la fachada sin obstáculos.

De su posición y dimensión emana la primera de tres tensiones que afectan al correcto funcionamiento y disfrute de nuestras terrazas a día de hoy: tensión espacial. Emma O'Connell, Álvaro Clua y Eulàlia Gomez son las autoras de un estudio que evalúa la cantidad de espacio público dedicado a terrazas, mide su incremento en número -23%- y superficie -22%- y analiza sus patrones de concentración pospandémica -sobretodo en ramblas y paseos-.

Precios para turistas

De la clientela y capital de las terrazas emana la segunda de las tensiones, la económica. Jordi Bordas, gerente del Eix Comercial del Raval, constata de primera mano lo que el estudio anterior apuntaba: el 26 de mayo de 2020 con la apertura de los bares tras la pandemia salimos embrutecidos, gordos y desbocados del chiquero, dispuestos a gastar. Pero los precios no están calculados para nosotros, sino para nuestros amables y abundantes visitantes.

De la relación de hosteleros y vecinos emana la tercera y más calurosa de las tres, la tensión sonora. El cuñadismo de barra contagia con facilidad a la verborrea exterior sin límite de opinión ni decibelio. La colaboración ocasional del Manchester United añade cánticos poco gregorianos. Algunos restauradores saben dónde está el límite. Otros disimulan. No son pocas las ocasiones en que la tensión acaba en los juzgados.

La ordenanza de terrazas regula la posición, dimensiones, señalización, distancia y relación con las calzadas, edificios, mobiliario y vados de las terrazas, ofreciendo respuestas precisas a la tensión espacial. Pero favorece a los grandes, en tamaño y capital, frente a los pequeños, atenazados por el precio de los alquileres. El bar de barrio ejerce una función social que merece pactos, compensaciones, prescripciones, indultos y otras formas de excepción legal frente a las grandes franquicias. La Comisión Técnica de Terrazas es un órgano colegiado que vela por la correcta aplicación de la norma y sus excepciones. Podría reactivarse de manera más participada. Vecinos y hosteleros necesitan y merecen mesas de diálogo arbitrado donde sus tensiones puedan encontrar solución. Las de merendero en Consell de Cent parecen territorio neutral.

Suscríbete para seguir leyendo