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Matías Vallés

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Periodista

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Carlos Mazón, el mago del bricolaje

El presidente de la Generalitat valenciana ha manipulado el pacto PP-Vox hasta evitar que no degenere en Vox-PP

Carlos Mazón.

Carlos Mazón. / M. A. MONTESINOS

Frente a las banalidades que hubo que sufrir en la noche del 28M de parte de vencedores y vencidos autonómicos, contrastaba la claridad de un Carlos Mazón semidesconocido extramuros de la Comunidad Valenciana. "Mañana mismo empiezo los contactos para lograr un Govern estable". Mientras sus compañeros del consejo de administración regional del PP se consideraban campeones únicos e intransferibles, el líder doméstico ponía a prueba el nivel de degradación que estaba dispuesto a admitir, entre la convivencia y la connivencia con Vox.

Quevedo caricaturiza a quienes, jugando a los bolos, "si acaso se les tuerce la bola, tuercen el cuerpo juntamente, pareciéndoles que así como ellos lo hacen, lo hará ella". Este gesto automático de los espectadores futbolísticos y taurinos define la contemplación por Mazón de su vecino Vox, confiando con el escorzo en que los disparates del socio se detengan en el folclorismo inherente a la ultraderecha moderada. En un candidato menos terrestre, se afirmaría que se ha cimbreado, pero el gesto presidencial suena aquí a un escalofrío ante el tardofranquismo revitalizado.

Mazón ha realizado con Vox una faena, ya que incluye un vicepresidente torero, que no figura en el apartado de patriotismos, sino en la asignatura 'maría' de manualidades. El presidente de la Generalitat valenciana ha recurrido al bricolaje para manipular el pacto PP-Vox hasta evitar que no degenere en Vox-PP por un error de tornillería, con la ilusión de que la alianza curse en los plazos preceptivos con los mismos efectos toxicológicos que en Ciudadanos. El 23J le ha empezado a dar razón.

Mazón, mago 'bricoleur', encaja a martillazos dos partidos que antes eran el mismo. En la estela neutra del maniquí Mañueco y el bonancible Moreno Bonilla, el presidente valenciano ha superado en astucia a la extremeña Guardiola. Si te entregas a Vox a la primera y sin avisar, no tienes que rendirte dos veces. A continuación, basta con erigirse en el único candidato que apeló por dos veces a su "humildad" en la investidura. Una mención más y hubiera confirmado su vanidad exultante.

Qué tipo de depravado escucharía el discurso de investidura de un presidente autonómico. En el caso de Mazón, se habría perdido un evocador "nuestra propia historia, que es nuestra historia propia" o viceversa, un distintivo de los pueblos que tienen abundantes historias que contar. En la senda de los gobernantes inesperados, el líder del PP ha de liberarse del influjo sobreactuado de Rita Barberá y Francisco Camps, el hombre que se montaba en un Fórmula 1 para viajar al supermercado. El sucesor copia al distinguido piloto y a Zaplana, en las americanas con una talla menos, salvo que las estrecheces le quedan fatal.

El estupor de Feijóo al ver interrumpidas sus pírricas aleluyas del 23J por un estruendoso "¡Ayuso, Ayuso!", solo es comparable a la estupefacción de la presidenta madrileña como invitada a la coronación de Mazón, cuando el candidato se arrancó en un impecable valenciano.

Fin de la conmiseración

El nuevo barón camina en la senda de los líderes inesperados. Recibía el desdén de su predecesor y ahora subordinado Alberto Fabra, de Ximo Puig o de un Joan Baldoví que lo examinaba con conmiseración, más recostado que sentado. Lo consideran inferior al contemplar su recitado laborioso, pero ahora han de mirarlo hacia arriba.

Mazón ya ha retirado el 'impuesto de la muerte', una medida no solo populista sino sobre todo nacionalista, porque preserva la concentración de capitales y patrimonios en manos de los nativos. Más peliaguda resulta la imposición de la 'libertad', como conquista que garantizará la Generalitat. En esta restitución le precede de nuevo Ayuso, que presentó su campaña de 2019 con la única y mayúscula palabra. O tal vez se ha inspirado en su correligionario ultraconservador Ron DeSantis, que ha rebautizado 'El Estado de la Libertad' a Florida, solo para verse corregido por su colega californiano Gavin Newsom al proclamar 'El Verdadero Estado de la Libertad'.

Mazón se limita a plasmar el sueño impenitente de las comunidades mediterráneas, la Florida y la California. Le queda un trecho en renta per cápita, aunque ya ha igualado a sus mitos en temperatura per cápita. Desde el exterior, el gasto en la comunidad ya está hecho, gracias a una retahíla de gobernantes manirrotos, por lo que al recién llegado le bastaría con asumir el mantenimiento y la reparación de desperfectos. De momento, la reducción de costes, que en el segundo nivel iba a ser de 800.000 euros en la investidura, ha aumentado a tres millones un par de semanas después. Magia pura. Feijóo no sabe lo que se pierde por culpa de su mayoría insuficiente.