Cuántas veces lo mismo
Murió Carrillo, murió Fraga y entonces el presidente de la Diputación anunció que dejaba el cargo en manos de otro Baltar: su hijo
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Baltar padre e hijo / X. Álvarez
En los 70, cuando algunos inútiles vinimos al mundo, Baltar ya reinaba en política. Era alcalde de su pueblo. Nosotros fuimos a la escuela, hicimos la comunión, empezamos a masturbarnos, nos sacamos el graduado, fumamos el primer cigarro. Y ahí seguía Baltar. A finales de los 80 saltamos al instituto y descubrimos al mismo tiempo el latín, los videojuegos y el hachís: tres maravillas. Para entonces además de alcalde, Baltar era presidente de la Diputación de Ourense.
Vimos en directo la guerra del Golfo. Llegamos a la universidad. Descubrimos que los jueves por la noche podían caer a martes. Tuvimos nuestro primer ordenador, comimos espaguetis tres veces a la semana, obtuvimos el permiso de conducir a la tercera, y Baltar continuaba en el trono: en Diputación y además en el Senado. Nos licenciamos y trabajamos en un pub, en una academia, en nada, en una biblioteca, y otra vez en nada.
Nos incorporamos a un periódico y caímos en la cuenta de que el presidente de la Diputación seguía a lo suyo: mandando. Escribimos nuestro primer libro. Asistimos a la segunda guerra del Golfo. Llegó Zapatero, llegó Rajoy, que en realidad ya estaba. Entretanto, cambiamos cuatro veces más de trabajo y dos de teléfono. Y Baltar en la Diputación, casi en forma de estatua. Murió Carrillo, murió Fraga y entonces el presidente de la Diputación anunció que dejaba el cargo en manos de otro Baltar: su hijo. Habían transcurrido veintidós años, y que la institución pudiese heredarse demostraba que, en el fondo, una Diputación es una superstición.
Para nosotros la vida continuaba, así que escribimos un nuevo libro. Adoptamos un perro. Probamos otras drogas. Cambiamos de coche. En el peor momento, tuvimos 134 euros en la cuenta. Baltar consiguió que olvidáramos a su padre: él también había nacido para mandar. Hicimos tres mudanzas. Tuvimos hijos. Cambiamos de ordenador porque nos metimos con él en la piscina y se estropeó. Salimos en 'Saber y ganar'. Murió Isabel II. Hace unos días, la presidencia de la Diputación cambió de manos, y ahora no sabemos qué va a ser de Baltar y tampoco de nosotros.
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