La revolución de los tranquilos
El respeto está en desuso. Pero, ¿y si se pusieran de acuerdo? ¿Y si ganaran las propuestas argumentadas y no producto del vómito mental?
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Pedro Sánchez
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Álex Sàlmon
Periodista. Director del suplemento 'Abril' de Prensa Ibérica.
Estas elecciones deberían ganarlas los ciudadanos tranquilos, a los que no les hace falta rebuscar entre las palabras una expresión que construya un imaginario extremista. Ni el PSOE pacta con filoetarras, ni Vox es el fascismo de los 30, ni el PP es la derecha extrema, ni Podemos persigue una sociedad chavista, ni ERC nacionalizaría la banca, ni Bildu espera a los presos para reorganizar el País Vasco. Todo voto que surge impregnado de estas premisas, del miedo porque algo de lo que se apunta se cumpla, del rechazo a situaciones que se ven en los otros, pero no en los propios, son propuestas llamadas al fracaso como sociedad.
El presidente Pedro Sánchez le recordaba a Ana Rosa Quintana sobre las manipuladoras mentiras de aquello que escondía en su móvil relacionado, supuestamente, con su cambio de política ante Marruecos y la presentadora le recordaba que a ella la llaman "racista, xenófoba y fascista".
El punto de inflexión de inteligencia debe llegar porque, de no ser así, acabaremos haciéndonos daño. Una cosa es atacar donde más duele, y todas las formaciones tienen puntos débiles y sensibles, y la otra es, a partir de esas debilidades, construir un relato mentiroso y envenenado. Nada que ver.
Las dos formaciones políticas que han quedado después de la retirada de Ciudadanos y que cumplen con un grado de centralidad evidente tienen la posibilidad de equilibrarlo todo. Que gane el primero con el apoyo neutro, y sin nada a cambio, del segundo. Pero esta situación no está en la agenda política. Ni antes de las elecciones, ni después. La excusa para Sanchez y Núñez Feijóo es que los dos van a ganar. Y así debe ser una campaña, siempre con la idea de ganar. Eso también da votos. Se vio en la entrevista que le hiciera Pablo Motos al presidente cuando, con una seguridad pasmosa, contestó que él iba a ganar. La posición de su cuerpo y su rostro decían el resto.
Las modas dicen que los tranquilos y reflexivos no ganan. El respeto está en desuso. Pero ¿y si se pusieran de acuerdo? ¿Y si ganaran las propuestas argumentadas y no producto del vómito mental? El estilo de todos cambiaría.
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