Infancia

El verano, tiempo de conciliación y de ocio educativo

Ir de colonias, hacer una ruta o participar en un ‘casal’ del barrio es una experiencia educativa de primer orden

Casal de verano de la Fundació Pere Tarrés, en Barcelona.

Casal de verano de la Fundació Pere Tarrés, en Barcelona. / Manu Mitru

Susagna Escardíbul

Susagna Escardíbul

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Los niños esperan ansiosos las vacaciones escolares de verano. Por delante, más de dos meses: tiempo para descansar, romper la rutina y naturalmente tiempo de diversión y aprendizaje con las numerosas actividades de ocio que se organizan en todo el territorio. Para las familias, ya hace semanas que ha empezado el periplo de organizar este tiempo, el cual, es especialmente complejo en una sociedad tan cambiante y diversa como la nuestra. Vacaciones laborales que se extienden más allá del mes de agosto, dificultades para compatibilizar horarios, modelos familiares con poca red social y, por supuesto, padres y madres con un nivel socioeconómico que difícilmente los permite afrontar el gasto económico que supone hacer ‘casals’, colonias, campamentos.

El verano a todas luces se convierte en un tiempo de desigualdad de oportunidades educativas para los niños y jóvenes que no podemos ignorar. La encuesta de participación en actividades de verano de 2022 realizada por la Aliança Educació 360 y el registro de actividades de ocio notificadas de la Direcció General de Joventut recogen que 4 de cada 10 niños en Catalunya se quedaron sin participar en las diferentes propuestas de actividades educativas de verano. 

Es evidente que el ocio sigue siendo uno de los ámbitos educativos más afectados por las desigualdades sociales en el acceso con carencias importantes en la protección jurídica y en el desarrollo de políticas públicas universales para garantizar el ejercicio efectivo de este derecho por parte de los niños y las niñas. Fundesplai trabaja para revertir esta realidad, organizando espacios inclusivos y velando para que a través de una campaña de becas y ayudas las familias accedan a un ocio educativo de calidad.

Detrás de los datos mencionados hay muchos factores, siendo el económico el principal, pero también, digámoslo muy alto, el poco valor educativo que todavía hoy se da a las actividades de ocio. Y cuesta entender porque ir de colonias, hacer una ruta o participar en un ‘casal’ del barrio es una experiencia educativa de primer orden. Son actividades de alto impacto emocional, social y cognitivo que difícilmente encontraremos en otros ámbitos educativos. Están llenas de retos: saber adaptarse a un lugar nuevo y lejos de la familia; asumir tareas de cuidado de uno/a mismo/a (vestirse, higiene personal, ir a dormir solo/a);acordar normas y rutinas cotidianas de convivencia (poner y retirar la mesa, limpieza, hábitos alimentarios); aprender a gestionar los miedos que generan las situaciones nuevas; diversión en grupo; tiempo en la naturaleza; desarrollo de habilidades relacionadas con la temática de la actividad (arte, tecnología, ciencia, música...). Las bondades pedagógicas del ocio educativo en verano son múltiples.

Volvemos al inicio, si bien queda más que patente la función educativa que tienen estas actividades, tampoco es menor ni debemos despreciar, la función social que cumplen para las familias. ‘Casals’ y colonias ayudan a conciliar los tiempos laborales y de vacaciones escolares y son también un espacio de protección de los niños y jóvenes en riesgo de pobreza, que recordemos, en Catalunya suponen casi el 30% de la población. Estas actividades no solo garantizan tiempos de disfrute y de aprendizajes, también son espacios de prevención y aseguran cosas tan básicas y esenciales como una comida asegurada cada día.