¿Por qué convoca elecciones?
Tras la debacle del domingo, Sánchez prefiere una campaña corta, que obliga a cerrar filas, a un infierno de seis meses en el que sería visto como un político amortizado
![Pedro Sánchez](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/ac789f77-3cb4-421b-93b9-8fd100ed1274_source-aspect-ratio_default_0.jpg)
Pedro Sánchez / AFP/Javier Soriano
![Joan Tapia](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/bc427a09-2b30-43ba-a804-6236e236a75c_source-aspect-ratio_default_0.jpg)
Joan Tapia
Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.
Joan Tapia
Pedro Sánchez tuvo el domingo -salvo en Catalunya- una debacle electoral que se tradujo en la pérdida de muchas comunidades con fuerte implantación socialista: la Comunidad Valenciana, Aragón, Extremadura, Baleares… y de ciudades emblemáticas como Sevilla. Se creía que la derrota -previsible por las disonancias y errores de su Gobierno- no llegaría a tumbar a socialistas con fuerte personalidad como Ximo Puig, Javier Lambán, Fernández Vara… Por eso no solo ha habido derrota, sino debacle territorial. Y el culpable es el propio Sánchez que por soberbia ha querido hacer de unas municipales y autonómicas un referéndum sobre su confuso proyecto.
¿Por qué convoca elecciones y no aguanta hasta el último minuto en busca del milagro o la recuperación? Sabe que le esperaban seis meses de tormento en el que se le vería como un político ya amortizado, el culpable de todos los males y el recipiendario de los ataques de los enemigos… y los amigos que querrían sobrevivir. No podría hacer nada que no generara mucho ruido. Si expulsaba a Podemos del Gobierno, malo. Si los mantenía, peor. ¿Cómo evitar que en el PSOE se le señalara como el responsable de la debacle y surgieran candidatos que debilitaran aún más su liderazgo?
En vez de seis meses de infierno ha elegido una campaña de menos de dos meses en la que la premura del tiempo obligará a cerrar filas y no examinar el pasado sino plantar cara al adversario. Cogiendo a todo el mundo por sorpresa -la creencia era que se aferraría al poder hasta el final- y con la esperanza de que el PP y Vox puedan enredarse en las obligadas negociaciones -salvo Madrid, donde Ayuso tiene mayoría absoluta- para tomar el poder en muchas comunidades y ayuntamientos.
No es nada fácil que la apuesta le funcione, pero Sánchez -valor no le falta- se la vuelve a jugar. Si la campaña corta le va mal, alargar el infierno sería todavía peor. Y confía en su resiliencia o baraka. Frente a Rajoy, Susana Díaz, el PSOE de siempre e incluso Pablo Iglesias. Pero esta vez…
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