La intentona de Carla Simón

Malos tiempos para la lírica política. Territorio de trampas, de investigaciones al uso, de retorcer el pasado hasta que se pone en contra del propio individuo… La política se ha convertido en un espacio donde los mejores se ausentan por la hiper-exposición y la mala baba.

La situación es fácil de entender con el ejemplo de la directora de cine Carla Simón. Ella que vivía en su mundo de relaciones humanas y familiares, de explicación de la condición humana, en la ciudad, en el pueblo, en el campo, todas como excusa de argumentos cinematográficos, y de pronto, al anunciar presentarse al ayuntamiento de su pueblo, Les Planes d’Hostoles, de apenas 1.700 habitantes, descubre que la política se conduce con una bilis sin parangón. Lo mejor, abortar el intento de colaborar en el pueblo.

Simón, que nada sabe, o no sabía, sobre por dónde pasa la mala leche política, ni se le ocurrió que ir en una lista de JxCat la hacía sospechosa. ¡Y a saber! De igual forma que si la hubieran tentado desde una lista local del PP o del PSC, su imagen también habría cambiado en pocos segundos y las redes mostrarían, con su cara más endemoniada, otra Simón. Y ella que solo quería ayudar y sin cobrar.

El periodista y expolítico, Joan López Alegre, acaba de publicar un libro cuyo título explica parte de estas situaciones: '¿Y si me presento a las elecciones?' (Deusto, 2023). Su texto es una alerta. Un anuncio de ser precavido ante la fuerza mental y física que obliga entrar en política. Un espacio que parece hecho para los que no tienen nada que perder o para los que lo tienen todo perdido.

Además de la investigación interesada a la que el político será sometido, y tener un listado de abogados que asuman su defensa, será necesaria una capacidad de aguante que soporte las continuas reinterpretaciones de las declaraciones futuras.

Para tragarse esta situación se debe estar hecho de una pasta especial. El resumen de Joan López parece decir que solo los que pasan de todo son capaces de superar el drama. Por ello, la excelencia huye de la política. Y así vamos.   

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