Irán: ¡Mujer, vida, libertad!
Este año quiero dedicar el Día de la Mujer y la Niña en Ciencia a las brillantes científicas iranís que estudian ciencias o ingeniería y se enfrentan a enormes trabas que les impiden alcanzar puestos de responsabilidad
Adela Muñoz Páez
Catedrática de Química Inorgánica de la Universidad de Sevilla y miembro de la Red de Científicas Comunicadoras.
Cuando en 2017 se publicó mi primer artículo en EL PERIÓDICO, yo estaba viajando a Irán para participar en un congreso científico sobre la radiación sincrotón organizado con motivo de la construcción de una fuente de esa radiación en ese país. Tras haber trabajado en fuentes de Francia, Gran Bretaña, Japón, Estados Unidos y Alemania, fue emocionante ser testigo de la ilusión de la comunidad científica iraní ante el desarrollo de una potente herramienta para realizar su trabajo de investigación. No obstante, desde el comienzo de mi viaje, lo que más atrajo mi atención fueron las mujeres iranís, especialmente las científicas. Las doctorandas y las ponentes en el congreso me parecieron deslumbrantes, la antítesis de lo que en el mundo occidental solemos asociar a musulmanas, generalmente mujeres de cultura árabe que tienen roles sociales y familiares subalternos, situación diferente de la cultura persa. Las iranís que tuve ocasión de conocer tenían grandes ambiciones personales y profesionales y, a pesar de no mostrar más que la cara y una pequeña parte del cabello, resultaban extraordinariamente atractivas.
Sorprendentemente, a pesar de las limitaciones en el porcentaje de mujeres que podían acceder a determinadas carreras, más del 60% del alumnado universitario eran mujeres y su presencia era mayoritaria en carreras tecnológicas. Pero, al hablar con las científicas que conocí, resultaba descorazonador conocer las enormes trabas que habían tenido que superar para seguir avanzando en sus estudios y los pétreos techos de hormigón que les impedirían ocupar puestos de responsabilidad en laboratorios y facultades, por muy brillantes que fueran sus trayectorias.
Tras mi estancia en Irán, un país muy atractivo por sus monumentos, su cultura, su comida y, sobre todo, sus gentes, el presidente Trump declaró que el país formaba parte del eje del mal, por lo cual su moneda se devaluó más de un 30%, la economía se vino abajo y la construcción del sincrotrón quedó en suspenso. Sin embargo, la lucha denodada que las iranís tenían contra el velo, en la que cada día peleaban para ganar milímetros de pelo descubierto, siguió avanzando bajo el relativamente tolerante gobierno del presidente Rohaní. No obstante, la llegada al poder del presidente Raisí, en 2021, trajo un endurecimiento de las condiciones de vida de las mujeres que tuvo un desenlace trágico a finales de 2022. El 14 de septiembre, Mahsa Amini, una chica de 22 años de origen kurdo, tuvo la mala suerte de cruzarse con un policía de la moral mucho más estricto que los que debieron estar a mi alrededor durante mi estancia en las ciudades de Qazvin, Ispahán y Teherán, en mayo de 2017. Entonces vi infinidad de velos a punto de caer de las cabezas de mujeres iranís, peinadas y maquilladas estupendamente, y el coqueto gesto con el que se lo recolocaban maquinalmente, a pesar de lo cual no observé ninguna detención ni siquiera una mirada reprobatoria. Sin embargo, a Mahsa Amini le debieron de dar tal paliza por llevar el velo mal puesto que entró en coma y, a pesar de que la trasladaron a un hospital, murió el 16 de septiembre. Esa muerte ha sido un punto de no retorno, porque ha levantado una oleada de protestas en Irán cuya represión ha causado ya más de quinientas víctimas mortales y casi veinte mil detenciones. A pesar de ello, las manifestantes y los chicos que se les han ido uniendo, no se han rendido y el grito de ¡Mujer Vida, Libertad! se oye cada vez más fuerte, habiendo llegado el 17 de enero hasta la misma Torre Eiffel de París y habiendo hecho que el Parlamento Europeo condene oficialmente la represión de las manifestaciones.
Este sábado se celebra el Día de la Mujer y la Niña en Ciencia y este año quiero dedicárselo a las científicas iranís que, a pesar de las múltiples trabas, estudian grados de ciencias o ingeniería y obtienen excelentes calificaciones, y tras graduarse, aún sabiendo las limitaciones que tienen para desarrollar una carrera científica, realizan tesis doctorales como si en ello les fuera la vida.
La determinación de las científicas iranís es la que se puede ver en las jóvenes que ahora arriesgan sus vidas al despojarse del velo en las calles de las principales ciudades iranís y siguen gritando cada noche desde sus ventanas '¡Mujer, Vida, Libertad!'
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