Artículo de Rafael Vilasanjuan
Navidad en Ucrania
Si Rusia pierde la guerra sufrirá una humillación similar o aun mayor a la de la caída de la Unión Soviética. De todas las nuevas repúblicas desmembradas, ninguna significaba tanto como Ucrania.
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Swiss light artist Gerry Hofstetter tours Kyiv over Christmas / Oleg Petrasyuk
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Rafael Vilasanjuan
Periodista
La guerra en Ucrania iba a durar 15 días. Era el cálculo con el que había amenazado Putin a los líderes europeos, si seguía el avance de este país hacia una economía de mercado en el ámbito de la Unión. Pero su conjura falló, la guerra cumple hoy 10 meses y a pesar de la fortaleza de la sociedad ucraniana, tanto en el frente como en la retaguardia de las ciudades, esta será la primera Navidad sin luces, sin calefacción ni agua caliente para la mayoría de una población tan exhausta, como convencida de que puede ganar.
En 10 meses esta guerra está cambiando el mundo. Primero lógicamente en Ucrania. La población, que compartía lazos sociales, culturales, económicos y familiares con los rusos, ahora les desprecia y sería imposible mantener una anexión sin violencia. Solo sería posible empobreciendo aún más a la población rusa y destinando recursos ingentes a mantener el ejército. Si Rusia la pierde, sufrirá una humillación similar o aun mayor a la de la caída de la Unión Soviética. De todas las nuevas repúblicas desmembradas, ninguna significaba tanto como Ucrania.
Es difícil intuir un solo escenario donde Putin salga ganando. Ni siquiera en el frente internacional donde buena parte de sus aliados ya le han mostrado reticencias o silencios significativos. Esta es una guerra sistémica, para Europa significa el final de una dependencia mutua basada en gas y petróleo. Pero mientras aquí se sustituye con algo menos de consumo y pagando con más recursos el flujo energético, para muchos otros países especialmente en África, la guerra supone una falta de alimentos básicos, por lo que no tardaremos en ver hambrunas apocalípticas, que empezarán por Somalia este mismo invierno.
No parece que ninguna de las dos partes pueda conseguir avances sustanciales a corto plazo, y sin embargo no hay síntomas de que pueda acabar por ahora. La esperanza, al menos, en un día como hoy, es que esta sea la última Navidad en Ucrania sin luz. Sería lo mejor para ellos, pero también para todos.
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