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Messi, Messi, Messi

Leo Messi, con su familia, tras ganar el Mundial.

Leo Messi, con su familia, tras ganar el Mundial. / Jean Catuffe / AFP7 / EUROPA PRESS

Albert Sáez

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En determinadas circunstancias, faltan palabras, especialemente adjetivos, para describir la grandeza de determinadas gestas. Su talente modesto, su llegada desde la cantera del Barça, su progresivo encumbramiento a lo más alto de la élite mundial del fútbol han hecho que en demasiadas ocasiones se haya cuestionado a Messi que es el mejor jugador de la historia del fútbol. El último argumento cicatero que quedaba contra ese reconocimiento era que no había ganado un Mundial con la selección argentina. De hecho, ese resquemor llegaba desde la patria que le vio nacer. Nunca valoraron su compromiso con esa selección hasta que el domingo les sirvió en bandeja un título que no esperaban. Ahora ya no hay excusa posible. Messi es el mejor futbolista de la historia por su manera de jugar, por su genialidad, por su palmarés y por el liderazgo que ejerce ahora dentro y fuera del campo. El fútbol tiene un antes y un después de Messi. Cientos de miles de niños y niñas en todo el mundo tratan de emularlo como antes hicieron con Di Estéfano, con Pelé, con Cruyff y con Maradona. Pero ahora lo hacen con Messi y no lo han hecho con Cristiano ni lo hacen todavía, no sabemos si lo harán, con Mbappé. Así están las cosas y solo el apasionamiento por unos u otros colores impide que algunos lo reconozcan. 

Pero, desde el domingo, no hay en donde sustentar las reticencias. Messi lleva el balón pegado a su pie de manera que es capaz de driblar a quien se lo ponga por delante. Messi tiene una precisión y un ingenio en los pases que no tiene nadie más. Messi lee lo que ocurre en el campo como nadie. Messi lanza a balón parado como los mejores entre los mejores. Messi gana el uno contra uno como nunca antes se ha visto. Ese es Messi. Y además lo ha hecho sin decir jamás una palabra más alta que otra hasta el “bobo” de la semana pasada. Porque para ser el mejor de la historia no basta con serlo técnicamente y deportivamente. Hay que serlo también humanamente. Y Messi lo es. Finalmente el mundo, Argentina incluida, se rinde a sus pies y le reconoce como lo que es, el mejor jugador de la historia. El Barça ha tenido la suerte de disfrutar de él como ahora disfruta Argentina. Es el momento de rendirle la misma pleitesía que esos cientos de miles de jóvenes que le emulan.  

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