Una comedia sin gracia
La democracia implica un trabajo constante, diario, un montón de dudas y respuestas complicadas, como muestra ‘Instrucciones para convertirse en fascista’
![Benitto Mussolini junto a Adolf Hitler.](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/553f154c-6fb4-4d7c-904f-d259386762da_16-9-discover-aspect-ratio_default_0.jpg)
Benitto Mussolini junto a Adolf Hitler.
![Josep Maria Fonalleras](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/099a62ac-310f-4766-9d5a-c7a4b495a7ca_source-aspect-ratio_default_0.jpg)
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Josep Maria Fonalleras
Escritor
Cuando le preguntaron a Simone Signoret si haría de fascista en una película antifascista, la actriz contestó que sí, “pero nunca interpretaré a una antifascista en una película fascista”. Eso mismo piensa Mercè Arànega, que protagoniza, a un nivel excelso, ‘Instrucciones para convertirse en fascista’, el espectáculo que se acaba de estrenar en Temporada Alta y que estará en la Villarroel el próximo verano. Porque Arànega, ella misma, enseña cómo ser un acólito de la extrema derecha en poco más de una hora, a partir del texto que hace unos años publicó Michela Murgia.
No hace falta recalcar que el alegato de Murgia es progresista, como ella misma se encarga de acentuar en las conferencias / mítines que empezó a dar en Italia en 2018 y que son la base del montaje. La diferencia es que, en este invento irónico, Miquel Gorriz y Sergi Pompermayer han creado el formato de un ‘talk show’ en el que una mujer habla y dialoga con el público, un monólogo al estilo de los ‘stand up comedy ‘que incide en la banalización de la forma para acabar con una inquietante visión de futuro. Como dice el director, "es una comedia que funciona y que no tiene ninguna gracia". ¿Por qué? Porque nos enfrenta a nuestras propias contradicciones y porque enseña la esencia del pensamiento totalitario a partir no tanto de la ideología (que no es sino la imposición final de la violencia, verbal y física), sino de la metodología que, poco a poco, vuelve a impregnar a la sociedad. Murgia lo describe con precisión: “Ser democrático es muy fatigoso. Entonces, ¿por qué estamos empeñados en serlo cuando podríamos coger un sendero más rápido y seguro?”.
La democracia implica un trabajo constante, diario, un montón de dudas y respuestas complicadas. El fascismo, en cambio, ofrece soluciones fáciles frente al miedo. Esto ya lo sabían, por ejemplo, en los años 30 del siglo XX en Estados Unidos: "Cuando el fascismo llegue aquí", decía el senador Huey Long, "lo hará en nombre de la libertad". Como ahora. Las ‘Instrucciones...’ muestran la trampa, el disfraz que está al acecho tras aquella paradoja de la tolerancia de Popper. Es tan tolerante, la democracia, que tolera a quienes quieren destruirla. Esta comedia tiene un final trágico, pero es también una advertencia para embarcaciones.
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