Opinión |
La Tribuna

Xavier Trias: el regreso del alcalde

La candidatura de Xavier Trias a la alcaldía de Barcelona remite a la memoria de una ciudad presentable y bien gobernada

El exalcalde de Barcelona, Xavier Trias

El exalcalde de Barcelona, Xavier Trias / Joan Cortadellas

Pilar Rahola

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La noticia del regreso del veterano Xavier Trias a la arena política no es una rabiosa novedad, dado que se daba por segura desde el verano, si bien la salida de Junts del Govern podría haber removido las aguas. Pero, recompuesta la situación, su candidatura ha sido confirmada este lunes en la cena de Navidad de la federación local de su partido y con el anuncio se sacude el tablero electoral de Barcelona.

Trias vuelve, y no es un retorno cualquiera porque, si no hay sorpresas muy llamativas de última hora, su nombre es el único con capacidad de sacudir las quinielas. No se trata, simplemente, de un buen candidato, sino de un candidato que tiene muchas opciones de ganar, y esa posibilidad real cambia el panorama que hasta ahora se había dibujado. Al fin y al cabo, es «el regreso del alcalde», tal como escuché en una conversación callejera. Y la expresión tiene una carga emocional que remite a la memoria de una Barcelona presentable y bien gobernada, que se ha perdido irremediablemente desde que gobierna la señora Colau.

Este es el principal activo de Xavier Trias: la memoria de su gestión anterior. Los últimos años de gobierno en Barcelona han sido tan caóticos y han dejado tantas heridas en el tejido civil de la ciudad que cualquier recuerdo de tiempos anteriores al colauismo hace salivar a muchos barceloneses. Volver a la ciudad dinámica y confiable, capaz de implementar grandes proyectos y generar recursos, es el sueño húmedo de una cantidad ingente de ciudadanos. ¿Suficientes para ganar las elecciones? Las variables son múltiples y nadie llegará fácilmente a la 'pole position', pero sí es suficiente para estar en la primera línea de salida.

Resolver un agravio

Trias acumula además otros notables méritos. De entrada, llega a la contienda electoral limpio de polvo y paja, sin piedras en la mochila ni cadáveres en el armario. Esta vez ya no serán efectivas las cloacas policiales inventándose cuentas suizas ficticias, ni las Colau de turno aprovechándose de las mentiras para ensuciar su nombre. De hecho, el recuerdo de que Colau ganó las elecciones contra Trias gracias a la campaña de las cloacas –el segundo mandato lo logró gracias al ínclito y surrealista Manuel Valls...–, añade un sentimiento intangible, aunque muy tangible en términos de voto: la convicción de muchos barceloneses de que le arrebataron la alcaldía de una forma fraudulenta, y por tanto toca devolvérsela. Una especie de agravio resuelto. Además, Trias fue un señor cuando perdió, no intentó ser alcalde con pactos contra naturaleza y no torpedeó al nuevo gobierno. Y esta categoría al estilo Josep Pla, la de «señor de Barcelona», es reconocida incluso entre las filas opositoras.

Aparte de las circunstancias que le acompañan, hay una cuestión que tampoco es menor. Trias es Trias, más allá de su partido y sus siglas. Esto no quiere decir que sea desleal a Junts, pero es un verso libre que ha logrado una imagen transversal que crea complicidades con sectores muy diversos de la ciudad. No cabe duda de que hará su equipo y su política, y es probable que «los viejos aires convergentes» sean notorios en el listado de nombres que le acompañan.

Este hecho, que en según qué circunstancias jugaría en su contra, le será favorable en estos tiempos líquidos donde todo parece desconcertante, y en una ciudad que anhela cierto orden inteligente, después de tanto delirio. Hay que añadir, además, que siendo un convergente de toda la vida, Trias tiene un talante progresista sobre muchos conflictos ciudadanos, por lo que su ideología es un mix forjado por su propia mirada.

Por último, un hecho relevante. Trias es independentista, pero no parece probable que llegue a la alcaldía para declarar la independencia, sino para gestionar adecuadamente la capital de Catalunya. Es decir, centrará el programa y el debate público en la prosaica gestión municipal y dejará la épica poética para la contienda nacional, donde ciertamente se pueden plantear los grandes embates con el Estado. Con todo sumado, es un candidato de lujo para un partido que hasta hace dos días no contaba en las quinielas de los ganadores. Excelentes noticias para Junts. Pésimas, para sus adversarios.