BLOGLOBAL

Trump se queda sin ola roja

Donald Trump, durante un mitin de su campaña.

Donald Trump, durante un mitin de su campaña. / Reuters

Albert Garrido

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Las elecciones del pasado martes de mitad de mandato han certificado una vez más la división sin puentes en Estados Unidos, pero al mismo tiempo han puesto de relieve los límites en la estrategia de Donald Trump de suplantar al Partido Republicano con el culto a su persona. El resultado general del 8 de noviembre quizá lleve al trumpismo a disponer de una exigua mayoría en la Cámara de Representantes, pero es asimismo probable que los demócratas conserven la mayoría en el Senado mediante el voto de calidad de la vicepresidenta Kamala Harris. Y es igualmente significativo que los republicanos han obtenido el peor resultado desde 2002 en unas midterm para un partido en la oposición.

Como escribr David A. Graham en The Atlantic, muchos votantes afrontaron la cita electoral como “una batalla existencial”. Las apariciones en público de Joe Biden y de Barack Obama alertando del peligro que corre la cultura democrática confirieron un carácter excepcional a la jornada; tuvieron un poder movilizador que se sumó al que sin duda tienen las proclamas de Trump entre el electorado liberal, alarmado por el nacionalpopulismo desmedido de la extrema derecha. De tal forma que, como sucedió en la elección presidencial de 2020, el poder de convocatoria de Trump fue tan eficaz para activar el voto conservador como el demócrata, un hecho que tiene poco que ver con los índices de popularidad del presidente y mucho con el temor que despierta la deriva republicana en la mitad del país.

Los Estados Divididos de América a los que se refiere Graham no han experimentado una ola roja, el color del Partido Republicano, como vaticinaban las encuestas, ni un desfondamiento del Partido Demócrata. Donald Trump no tuvo su gran noche porque los candidatos de su cuerda perdieron muchas de las llamadas elecciones toss-up -por sorteo, puede traducirse-, aquellas sin claro favorito, que suele llevarse siempre un partido cuando arrasa. Joe Biden se retiró a descansar aliviado la madrugada del miércoles porque muchos de los factores que operaban en su contra apenas influyeron en el desenlace de las elecciones y algunas noticias fueron especialmente tranquilizadoras con vistas a 2024 como, por ejemplo, las victorias de bastantes candidatos demócratas a gobernador y el triunfo de John Fetterman en Pensilvania, un estado bisagra que volverá a ser muy importante dentro de dos años, cuando esté en juego la presidencia.

La politóloga Anne-Marie Slaughter atribuye las insuficiencias demostradas por Trump a que un número significativo de votante republicanos o sin adscripción política definida rechazaron su estrategia “narcisista, de rechazo de la verdad y de culto a la personalidad para mantener el Congreso estrechamente equilibrado”. O lo que es lo mismo, funcionó el llamado por algunos voto negativo o voto en contra, que puede definirse así: es el de alguien que se decanta por un candidato con el único objetivo de que derrote a su adversario, sin mayores objetivos ideológicos o de militancia. Un factor potencialmente divisivo en el campo republicano que puede otorgar a Trump la condición sobrevenida de tercer candidato por el simple hecho de que una parte del conservadurismo clásico acaso se decante por el candidato demócrata -Biden u otro- porque no está dispuesto a dar otra oportunidad al expresidente.

Ese no es, en todo caso, el único riesgo que debe afrontar Trump a corto plazo. El primero es adaptarse a la más que posible competencia de Ron DeSanctis, gobernador de Florida, cuya victoria sin paliativos del martes le otorga títulos suficientes para disputar las primarias republicanas de 2024. Dicho de otra manera, si el expresidente pensaba en un paseo triunfal hasta la convención que nombrará el candidato a la presidencia, ahora deberá prestar atención a ese flanco descubierto, porque DeSanctis cumplirá 46 años en mitad de las primarias de 2024 y Trump 78, porque el gobernador provoca menos rechazo entre el republicanismo no trumpiano y porque, en última instancia, al no producirse la esperada ola roja, se ha puesto en duda la eficacia electoral de una campaña muy agresiva en la que, además, muchos candidatos afectos a Trump, en la estela de su jefe, no quisieron aclarar si aceptarían o no los resultados.

Sumados todos estos factores, está por ver si tiene efecto inmediato sobre el cuerpo electoral -las encuestas dirán- el anuncio por Trump la próxima semana de que piensa disputar de nuevo la carrera presidencial o si, por el contrario, pone en su contra la parte de votantes históricamente republicanos -entre el 20% y el 30%- desencantados con él. De momento, el interrogante que encabezaba el martes una información en The New York Times sigue siendo vigente: Las democracias del mundo se preguntan: ¿por qué Estados Unidos no puede arreglarse por sí mismo? Incluso sigue teniendo sentido una de las conclusiones del texto: que los aliados de Estados Unidos ven con preocupación cómo “se aleja de los ideales con los que una vez presionó a otras naciones para que los adoptaran”. Pero los resultados de las midterm introducen algunos factores de corrección inesperados que pueden cambiar el signo de los tiempos.

Que tal cosa suceda es fundamental para medir hasta qué punto el poder expansivo de las corrientes iliberales, la extrema derecha y el populismo a gritos depende del liderazgo de Trump, de su condición de primer actor político en ese universo en auge en todas partes, particularmente en Europa. No hubo ola roja ni descalabro azul porque fue muy significativo el poder de reacción del centro sociológico, pero hasta la formación de las dos cámaras del Congreso queda un camino de impugnaciones y recursos, previsiblemente muy largo, para saber realmente en qué han cambiado estas elecciones las expectativas para 2024, cuando Joe Biden, entonces con 81 años, dice que aspirará a un segundo mandato.

Suscríbete para seguir leyendo