Opinión |
Artículo de Joaquim Coll

Los dos errores de Aragonès y la comedia general del Parlament

El 'vicepresident' del Govern, Jordi Puigneró, y el 'president' Pere Aragonès, en el hemiciclo del Parlament.

El 'vicepresident' del Govern, Jordi Puigneró, y el 'president' Pere Aragonès, en el hemiciclo del Parlament. / David Zorrakino / Europa Press

Joaquim Coll

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Pere Aragonès desperdició la oportunidad de salir reforzado del debate de política general. En lugar de centrarse exclusivamente en las medidas anticrisis, de ahorro energético e impulso a las renovables, metió en el tramo final de su intervención la llamada "via canadiense" para la realización de un referéndum de autodeterminación. Fue un enorme error. La delicada situación económica exigía que el debate se ocupara solo de aquello que efectivamente puede hacer la Generalitat con sus competencias y recursos, que no son pocos.

Una vez más se volvió a demostrar que los peores enemigos de los separatistas son ellos mismos. El debate en el Parlament derivó en una comedia general en la que Aragonès explicó un plan de inspiración canadiense que, primero, no está en sus manos llevar a cabo, y segundo, es un ejemplo de lo contrario que pretende. En Canadá se inventaron la ley de la claridad (2000) no para habilitar la realización de referéndums de secesión, sino para evitarlos, como lo demuestra que no se ha hecho ningún otro. Los referéndums de 1980 y 1995 en Quebec fueron unilaterales, aunque no ilegales, porque en la Constitución de ese país no existe la cláusula de indivisibilidad territorial que sí figura en todos los otros textos constitucionales del mundo. La ley de la claridad canadiense pone en manos de los poderes federales las condiciones de un eventual referéndum, razón por la que los independentistas quebequeses la rechazan. En España ya tenemos una ley de la claridad, y se llama Constitución de 1978.

El segundo error de Aragonès es no haber propuesto la celebración de un pleno extraordinario para abordar el conflicto entre los independentistas y el Estado, o mejor dicho, entre los independentistas sobre cómo desafían de nuevo al Estado, donde el 'president' podría haber explicado su estrategia sin ensombrecer mediáticamente el paquete de medidas anticrisis. Esa hubiera sido la ocasión perfecta para discutirse con Junts, formación que en otro ejercicio de comedia amenazó con exigirle una moción de confianza, lo que en realidad es una invitación a echarlos del Govern. Invitación a la que Aragonès respondió, con la destitución de Puigneró, dejando la decisión de nuevo sobre la mesa de Junts.

 

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