Sánchez, optimismo o pesimismo
El cálculo optimista de Sánchez es que a las puertas del segundo semestre del año próximo hayamos dejado atrás lo peor de la actual situación
Joaquim Coll
Historiador
Pedro Sánchez no solo quiere agotar la legislatura, sino que su objetivo es aprobar las cuentas para 2023 con un giro a la izquierda y un discurso de confrontación ideológica con la derecha. Frente a la victoria del PP en Andalucía y las malas encuestas, su estrategia es seguir gobernando con los apoyos de la investidura. El objetivo es ganar tiempo con la esperanza de que la situación económica mejore. Por mejora se entiende, primero, que España no entre en recesión el año próximo y que las previsiones de crecimiento, aunque a la baja, sigan siendo positivas, sin destrucción de mucho empleo ni de empresas. Segundo, que la guerra no continúe más allá del próximo invierno y que, más pronto que tarde, se produzca una suspensión de las hostilidades como consecuencia del estancamiento militar que experimentan ambas partes. Eso permitiría relajar las durísimas tensiones energéticas que sufre Europa. Y, finalmente, que hacia mediados de 2023 la inflación haya bajado sustancialmente, mientras la prima de riesgo de los países más endeudados, como España o Italia, se mantenga todo este tiempo bajo control gracias al BCE. En definitiva, su cálculo optimista es que a las puertas del segundo semestre del año próximo hayamos dejado atrás lo peor de la actual situación.
Si así fuera, Sánchez podría ir a las elecciones con el argumento de que, al igual que frente a la pandemia, supo tomar medidas para proteger a la mayoría social y sostener la economía en el marco de una política europea cada vez más coordinada. Ahora bien, ese dibujo es algo así como el cuento de la lechera. Solo que Rusia corte definitivamente el gas a Alemania, la recesión en dicho país es inevitable, con graves consecuencias para toda la zona euro. Y en cuanto a la duración de la guerra, Zelenski no está dispuesto a ceder territorio mientras Biden le siga prestando apoyo incondicional, ni Putin está dispuesto a negociar nada mientras Rusia siga dominando el campo de batalla. El escenario pesimista es más probable, pero cuando la pandemia tampoco creíamos que en menos de un año íbamos a tener vacunas, y las hubo.
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