Opinión |
La nota | Artículo de Joan Tapia

La OTAN tras Madrid

La cumbre ha sido un gran intento, dirigido por Biden, para ordenar un mundo desestabilizado por la invasión de Ucrania. Pero querer no es poder

Sánchez, Stoltenberg y Biden.

Sánchez, Stoltenberg y Biden. / JOSÉ LUIS ROCA

Joan Tapia

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Macron avisó, antes de las legislativas francesas, “no conviene añadir un desorden francés al actual desorden mundial”. Respuesta: Macron, reelegido presidente el 24 de abril, se ha quedado en junio sin mayoría y con problemas para gobernar. ¿Por qué? El desorden mundial -la inflación y la guerra de Ucrania- ya sacude a los países europeos. Y Draghi tuvo que abandonar precipitadamente la cumbre de Madrid por problemas en su gobierno de unión nacional.

La cumbre de la OTAN en Madrid -fijada desde antes de la invasión de Putin- ha intentado poner límites al desorden mundial. Con un acuerdo entre Estados Unidos, la Unión Europea, Suecia y Finlandia que le han visto las orejas al lobo (creen a Putin peor que Stalin), e incluso países no miembros de la OTAN como Corea y Australia que, preocupados, han acudido a Madrid. La consecuencia es que habrá más presencia militar de Estados Unidos en Europa (una base operativa en Polonia, dos destructores más en Rota) para impedir -Biden 'dixit'- que Putin se salga con la suya. Moscú es hoy el gran peligro, China, al revés que Rusia un éxito económico, pero al que hay que vigilar. Biden proclama que Rusia no ganará en Ucrania para que Pekín no caiga en ninguna tentación en Taiwán.

Y revitalizar la OTAN también es mirar al Gran Sur. El África subsahariana es un territorio sin control en el que la inmigración que huye de la miserIa (más tras la escasez de cereales) y el terrorismo amenazan la estabilidad europea. Y España es la gran frontera con África. 

La cumbre de Madrid ha sido histórica (Biden y Stoltenberg 'dixit') y España se ha apuntado un tanto al saberse aliar sin complejos con las grandes capitales occidentales: Washington, Berlín, Londres, París. El nuevo papel de Rota y las relaciones restauradas con Estados Unidos (Biden no es Trump ni Bush 2, y Sánchez ha probado no ser Zapatero) hacen la frontera del sur de España (y de Europa) más segura. Marruecos no es tan necesario y Mohamed VI, cuando Europa y España le inquietan menos, toma nota. Como hemos visto está muy lejos de ser un demócrata, pero en África sí es un modernizador.

La cumbre de Madrid ha intentado ordenar un mundo desestabilizado por el imperialismo de Putin. Sería un error no admitir que Sánchez lo ha entendido y ha jugado bien sus cartas, como Sánchez se equivocaría, todavía más, si no fuera consciente de que el nuevo acuerdo con Estados Unidos y el aumento del gasto militar exigirán la complicidad del PP. Feijóo no la debe negar, pero no invitarle a ningún acto de la cumbre indica que el sectarismo pesa más que la inteligencia.

Pasemos los Pirineos. Ordenar un mundo en el que la globalización retrocede no es sencillo. ¿Cómo luchar contra el cambio climático sin cooperar con Pekín y Moscú? Y como dijeron los jefes de los bancos centrales, reunidos al mismo tiempo en Sintra (Portugal), la era de los bajos tipos de interés y la poca inflación se ha acabado por el “masivo 'shock' geopolítico” de la invasión de Ucrania y el coronavirus.

Las crisis económicas no hacen al mundo más seguro y que el presidente de la Reserva Federal americana diga: “Ahora sabemos mejor lo poco que sabemos sobre la inflación”, inquieta. Mucho.

Y Putin ha viajado fuera Rusia por primera vez desde la invasión y según el 'New York Times' ha parecido relajado. Cree que en Ucrania no va a perder, que hará pasar a Europa apuros de suministro de gas en invierno y que, por tanto, el tiempo no juega en contra suya. ¿Se vuelve a equivocar, como en febrero cuando invadió Ucrania?

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