Con el comercio no basta para evitar conflictos
Si hoy hay guerra es porque Rusia no es una democracia y en el Kremlin sostienen una ideología expansionista que se justifica en base a una ansiedad geopolítica por su seguridad
A los europeos no nos cabía en la cabeza la posibilidad de vivir una pandemia en el siglo XXI, tampoco de que estallase una guerra en nuestras narices, de presenciar una invasión tan brutal como la que sufre Ucrania por parte de Rusia. No se lo imaginaba la ciudadanía, ni la mayoría de los expertos occidentales, que días antes lo descartaban en razonados artículos por los enormes costes que tendría para Rusia. Con la misma hipótesis trabajaban los servicios de inteligencia, que creían que Putin iba de farol (a excepción de los norteamericanos, que lo vieron blanco y en botella). Ya en tiempos de la Unión Soviética, los políticos de la Alemania Occidental apostaron por estrechar los lazos comerciales, con la importación de petróleo y gas ruso, como una forma de romper la guerra fría y fortalecer la paz en Europa. La 'Ostpolitik' del canciller Willy Brandt abrió las relaciones hacia el este y el gas ruso llegó por primera vez al sur de Alemania en 1970. La URSS implosionó por causas internas y, décadas después, el desarrollo de la globalización pareció confirmar una línea de progreso ascendente e imparable. Las interdependencias económicas jugaban a favor de la erradicación de los conflictos bélicos en el mundo. Humanismo y globalización serían los ingredientes para autores como Steven Pinker en su libro 'En defensa de la ilustración'.
Ya el filósofo Immanuel Kant creía que la intensificación del comercio internacional era un antídoto contra la guerra, pero añadía otras dos condiciones: la existencia de sistemas representativos, es decir, de democracias, junto a mecanismos de control y trasparencia dentro de los estados. Si hoy hay guerra es porque Rusia no es una democracia y en el Kremlin sostienen una ideología expansionista que se justifica en base a una ansiedad geopolítica por su seguridad. Los europeos creímos que con el comercio bastaba para mantener la paz, y los alemanes fueron particularmente ingenuos, pero el globalismo no funciona con autócratas como Putin. Dura lección aprendida. Para más ironía, Kant nació Königsberg (Prusia), hoy Kaliningrado, ciudad rusa.
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