Opinión |
Artículo de Jordi Mercader

Negociación olímpica con Sijena de fondo

En su apelación al equilibrio en la candidatura, Lambán asume y capitaliza la desconfianza crónica de Aragón respecto de Catalunya desde hace siglos

Lambán y Aragonès exhiben distanciamiento por la posible candidatura olímpica

Lambán y Aragonès exhiben distanciamiento por la posible candidatura olímpica / EFE/Javier Cebollada

Jordi Mercader

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El presidente Aragonès viene practicando la duda metódica como fórmula de gobierno, no como técnica para identificar la verdad sino como expresión de la renuencia a enfrentar decisiones controvertidas, sean los JJOO, las energías renovables o los cambios en TV3. El presidente del Gobierno de Aragón está a punto de hacerle un favor impagable con su amenaza de enterrar la candidatura para los JJOO de Invierno de 2030. Naturalmente, el propósito de Javier Lambán no es ahorrarle al presidente de la Generalitat el tener que hablar claro sobre el proyecto olímpico enfrentándose con los miedos de su propio partido, más bien parece buscar alguna compensación del gobierno Sánchez por su colaboración con la Generalitat catalana.

En su apelación al equilibrio en la candidatura, Lambán asume y capitaliza la desconfianza crónica de Aragón respecto de Catalunya desde hace siglos; como poco, desde que el nacionalismo catalán reescribió la historia de la Corona de Aragón formada por un reino y un condado para presentarla como la corona catalanoaragonesa. Lambán ejerce de nacionalista aragonés para enfrentarse al nacionalismo catalán, envalentonado por un precedente mucho más cercano en el tiempo: el desenlace del conflicto de las obras de arte de la Franja.

La soberbia del nacionalismo catalán personalizado en CiU hizo fracasar la propuesta inicial de la Generalitat, aceptada por el Gobierno de Aragón, de gestionar la colección de arte sacro de forma conjunta mediante un patronato para asegurar la unidad de catálogo, la existencia de sedes diferentes y la itinerancia de la colección. Sijena es el recordatorio de una pésima forma de enfocar las relaciones con Aragón. En el proyecto olímpico conjunto la cosa se complica porque la denominación (este es el quid) debe girar inevitablemente en torno a Barcelona, el nombre mágico para el COI. Una candidatura Barcelona-Jaca respondería mejor a los cánones olímpicos y de paso sería un homenaje a las cuatro candidaturas fallidas de la ciudad aragonesa.

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