Apunte

Menos globalización

La invasión rusa de Ucrania resucita un mundo con más barreras y bloques, que creíamos olvidado

Rescatan el cuerpo de una persona que murió por los bombardeos, mientras continúa el ataque de Rusia contra Ucrania, en Chernihiv

Rescatan el cuerpo de una persona que murió por los bombardeos, mientras continúa el ataque de Rusia contra Ucrania, en Chernihiv / REUTERS

Agustí Sala

Agustí Sala

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El que parecía un proceso imparable, la globalización, con el borrado de las fronteras y aduanas, al menos para los capitales y las mercancías (otra cosa son las personas) resulta que no lo era tanto. Pierde gas. Con el acceso de Donald Trump a la presidencia de EEUU en 2017 saltaron todas las alarmas, ante el auge del proteccionismo. Y tuvo que ser China la que saliera en el foro de Davos, donde se reúnen las élites mundiales anualmente (o lo hacían antes de la pandemia), la que saliera en defensa de la globalización ('business is business').

No han transcurrido tantos años desde el 'America First' de Trump y una vez que creíamos superada esa etapa, la tentación de edificar fronteras y constituir bloques, algo que creíamos olvidado, ha resurgido y, en esta ocasión, desde el otro lado del mundo. En concreto, desde la Rusia que Vladímir Putin gestiona autoritariamente. La guerra que ha desatado con la invasión de Ucrania no solo es de balas y misiles (la parte más lamentable y dolorosa) sino económica y configura un nuevo contexto mundial en el que las barreras pueden volver a ganar protagonismo y en el que la parte positiva de la globalización, el acceso al mercado de los países más pobres para poder vender sus productos y mejorar sus niveles de vida, se difumine.

El fenómeno ya se está produciendo. Hay compañías que se replantean recuperar actividades en sus países de origen para evitar desabastecimientos ante posibles crisis, pandemias o conflictos geopoliticos, admiten representantes de consultoras. El mundo, especialmente el occidental, se desenchufa (o eso intenta) de Rusia, pero también algunos países y bloques tratan de depender menos de otros. Eso nos ha traído esta guerra.

Y, con un riesgo aún mayor: que los ultranacionalismos mezclados con populismos con sus recetas simples y mágicas para resolver problemas complejos calen en un electorado temeroso y crispado por unos precios elevados, salarios congelados y el empeoramiento de las condiciones de vida. Es responsabilidad de los políticos e instituciones evitar que eso suceda. Un reto.