Pablo Casado: dimisión en el Congreso
El decapitado presidente del PP no empezó mal su andadura, tras ganar las primeras primarias celebradas en su partido y hacía buenos discursos sin papeles, pero su estrategia de oposición era atolondrada
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Pablo Casado, en el Congreso / DAVID CASTRO
Sesión histórica este miércoles en la sesión de control al Gobierno con la despedida de Pablo Casado como jefe de la oposición ante un Pedro Sánchez que, atónito por lo sucedido estos días, habrá vuelto a besar su amuleto de la suerte. El decapitado presidente del PP no empezó mal su andadura, tras ganar las primeras primarias celebradas en su partido. En capacidad oratoria fue siempre mejor que Albert Rivera, Pablo Iglesias o el propio Sánchez. Hacía buenos discursos sin papeles, pero su estrategia de oposición era atolondrada. Afirmaba que el Gobierno de izquierdas era ilegítimo, y pretendió derribarlo en cada asalto, sin importarle las dramáticas circunstancias de la pandemia, sin entender la importancia de llevar a cabo algunas reformas, como la laboral, o de recibir los fondos europeos. Se presentaba como el adalid de la moderación, pero cayó en el histrionismo y la exageración. El innecesario adelanto en Castilla y León solo se explica por su ansia de llegar a la Moncloa. Vendió la piel del oso antes de cazarlo y metió al PP ante el inconveniente dilema de qué hacer con Vox.
Tras sus reiterados fracasos en la oposición, sin olvidar el chusquero episodio del voto telemático del diputado Casero, se le fue quedando cara de gafe. Una innecesaria guerra contra Díaz Ayuso ha sellado su destino. No supo soltar a tiempo el lastre que representaba García Egea, cuya acción mamporrera contra la presidenta madrileña provocó el cabreo de una parte muy significativa de sus votantes, los más a la derecha. La incoherencia de denunciar una posible corrupción sin ir a la Fiscalía y de aceptar unas ligeras explicaciones inhabilitó a Casado como líder. Los apoyos que parecían incondicionales se esfumaron y los barones regionales, empezando por Núñez Feijóo, dijeron basta. El futuro ahora ya está escrito: el presidente gallego será aclamado como nuevo líder. No es diputado en el Congreso. Tampoco lo era Sánchez tras ser decapitado en el Comité Federal y desde 2018 es presidente del Gobierno. El PP sale de esta crisis muy tocado, pero no más hundido de lo que quedó el PSOE en 2016.
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