APUNTE
Ya suena la música
Albert Guasch
Periodista
En tiempos de Spotify, resultaba adecuado que antes del estreno del Barça en la Europa League se hablara de sinfonías. De la añoranza del himno de la Champions, tantas y tantas veces abucheado, y de la irrupción en nuestros oídos de la partitura de esta segunda competición europea, que sonó todo lo intensa que se quiera, pero nos pareció de una épica impostada. Puede que nos guste más a medida que la vayamos escuchando, aunque igual no la oímos más, a la vista de cómo acabó la cosa ayer.
Cabe decir que el nuevo himno espoleó un festival de ocasiones y que la gente se lo pasó muy bien, que de eso se trata, de entretener y generar emociones. Pese al empate, no puede decirse que el equipo de Xavi desafinara. Al contrario. El suyo fue un fútbol palpitante, sobre todo en la segunda parte. Para no perder el hilo metafórico musical, se echó de menos el violín después de todo el tambor. Empujó, forzó al máximo la presión, remató desde todas las posiciones. Sin embargo, la persistencia y el tam-tam constante no se convirtieron en un marcador melódico, pese a la veintena de remates.
Mejor en los entrenamientos
Mereció más un Barça que hizo disfrutar a un Camp Nou aún sin apellido. Casi 75.000 personas decidieron asomarse a un partido que empezó cuando el ‘botiguer’ aún no había echado la persiana, constatándose una vez más que lo que le conviene a las teles no es lo mismo que a los espectadores. Mereció más, pero le falló la puntería, en particular a un Ferran Torres que se dobló desconsolado al sonar el pitido final. Se le encogió el pie con el marco abierto varias veces después de edificar buenas jugadas y el chico era consciente de su flojera.
Cabe confiar en que le cambie la suerte porque el exjugador del City percutió y generó ocasiones. Y dice Xavi que en los entrenamientos las enchufa. Otro día será, pues. Solo marcó de un penaltito, decretado mediante VAR, tan legalista como injusto. Mucha pena para una jugada insignificante que no iba a ninguna parte. El fútbol no debería ser así.
Esfuerzo coral
Los delanteros se hicieron protagonistas, cada uno a su manera. Ferran, por lo dicho, porque se le cayeron el escudo, el logo y también las balas. Dembélé, por los pitos largamente adeudados que no le descentraron, a la vista de lo lúcido que se le vio. Aubemayang, por su primera titularidad y un examen que debe continuar antes de imponerle sentencia. Y Luuk de Jong, que exprime al máximo los pocos minutos que le concede Xavi y que despierta una inopinada expectación en su función de recambio. De repente, se siente que algo puede pasar cuando salta al campo. Algo bueno. No como antes, que se temía el tropiezo.
No obstante, lo mejor que se vio tuvo una lectura coral. El esfuerzo de todos en la presión, también el alto ritmo de juego y desde luego la serenidad defensiva. El grupo va desprendiendo sensaciones mejores y a la obra de Xavi se le va percibiendo de forma cada vez más evidente el trabajo de entre semana. Ya suena la música, y si hubiera regularidad y remate, podría y debería ponerse a todo volumen.
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