Opinión |
Cruce de acusaciones en el PP

No tan rápido, Isabel

La administración de los tiempos y la gestión de la logística suelen decidir la victoria en las guerras. El que sabe resistir, gana. Buscando lo contrario, tal vez Ayuso acabe dando a Casado la victoria que necesitaba

Isabel Díaz Ayuso.

Isabel Díaz Ayuso. / EP

Antón Losada

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A Díaz Ayuso le habría gustado resolver la crisis por medio de una operación relámpago. Ese era el plan 'a' tras su comparecencia a lo Escarlata O’Hara jurando no volver a pasar hambre ante el roble de Tara. Pero no le ha salido, al menos de momento. Está por ver si tiene un plan 'b'. A Pablo Casado y Teodoro García Egea les van más las guerras de desgaste. Si algo han demostrado, especialmente desde la fallida moción de censura de Murcia, es que saben devolver los golpes

La presidenta de las cañas lanzó todo el arsenal a su disposición desde el primer día y eso suele pagarse caro. En su estudiada comparecencia agotó todos los tópicos del melodrama, desde el amor sagrado a la familia al llanto dolorido de la víctima inocente de un sistema cruel; por supuesto, sin preguntas, no le fueran a estropear la 'performance' los periodistas con sus preguntas. Mucho cartucho pero poca pólvora. El ‘Carromerogate’ no parece dar para mucho más que la renuncia del fontanero, media docena de memes y la exigencia de aplicar el mismo rasero en sus filas. Pablo Casado se tomó su tiempo para entrar en escena. Desmintió la filtración de Moncloa para sembrar dudas sobre el relato conspiranoico de su rival y, respecto al prodigioso contrato del hermanísimo, dejó caer que apenas nos han enseñado el borde de cuanto se antoja un despeñadero ético. 

La administración de los tiempos y la gestión de la logística suelen decidir la victoria en las guerras, también en política. El que sabe resistir, gana. Casado aseguró el día después, en la Cope, que nunca permitiría que un hermano suyo cobrase una comisión. Justo a continuación, interrogada Díaz Ayuso sobre si había más comisiones, contestaba que probablemente sí; juzguen ustedes mismos. Entre una historieta de espías a lo Mortadelo y Filemón y un caso de supuesto nepotismo y corrupción no cabe la duda sobre cuál pesa más. Es pura física política. 

La achulada nota de la presidenta alegando que ella explica lo que le da la gana y haber lanzado a sus consejeros de Sanidad y Hacienda a tragarse sapos ante la prensa mientras el consejero Enrique López, miembro de la dirección nacional, desertaba, lo dice todo. La pregunta es sencilla pero continúa sin respuesta: si las gestiones en China las hizo el hermanísimo, ¿qué se le abonó exactamente a Priviet Sportive, la empresa del entrañable amigo de la familia sin experiencia en suministros sanitarios? Y esta es la formulación amable. Hay otra peor: ¿puede sospecharse legítimamente que dicha empresa sea una pantalla?

En la calma que precede a la siguiente escaramuza, se aprecia que el líder del PP ha pasado al ataque y la presidenta no ha tenido más remedio que ponerse a la defensiva 

El balance tras la primera escaramuza de las ‘PPWars’ se concreta en que Ayuso ha movilizado a unos mariachis a las puertas de la sede popular en Génova y ha posicionado a cuanto resentido con la actual dirección andaba exudando su rencor por las esquinas. Los barones han corrido a esconderse bajo las banderas de sus autonomías y Núñez Feijóo ya ha pedido vez para convertirse en el portavoz de la indignación de la militancia y el juez supremo que dirima la contienda. En la calma que precede a la siguiente escaramuza, se aprecia con nitidez que Casado ha pasado al ataque y Díaz Ayuso no ha tenido más remedio que ponerse a la defensiva explicándonos su castiza diferenciación entre comisión y contraprestación.

Desde la escena del balcón en la convención de Valencia, cuando Díaz Ayuso cometió el error de cálculo de darle permiso a Casado para presentarse porque ella pasaba esa vez, parecía obvio que ningún líder que se respete a sí mismo podía dejar las cosas así. La fecha del congreso popular madrileño solo era una trampa. El adelanto electoral en Castilla y León tenía un objetivo primordial: darle a Casado la victoria que necesitaba para acabar de poner las cosas en su sitio. El fracaso de no conseguir ni siquiera una mayoría decente que le permitiera a Mañueco gobernar en solitario dejó al líder popular con la yugular al aire. A alguien le pareció el momento de ir a morderla. El tiempo dirá quién tiene razón. Si quienes piensan que se puede tomar el control de un partido a base de comparecencias mediáticas, titulares de prensa a tanto el adjetivo pomposo y aglomeraciones ruidosas de fans, o quienes saben que un partido es una organización jerárquica, quien controla la jerarquía tiene el poder y únicamente lo pierde si permite que alguien se salte la cadena de mando, aunque solo sea una vez. Buscando exactamente lo contrario, tal vez Díaz Ayuso le acabe dando a Pablo Casado la victoria que tanto necesitaba y buscaba desesperadamente.