Opinión |
Emergencia

Una amenaza más real

Hace ya más de 30 años que los científicos empezaron a alertar del efecto invernadero y del cambio climático, pero aún se ve como una novedad que nos sorprende a diario

Leonardo diCaprio, en una imagen de 'No mires arriba'

Leonardo diCaprio, en una imagen de 'No mires arriba' / Netflix

Jordi Puntí

Jordi Puntí

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Ahora que hemos dejado atrás 2021 con resúmenes y listas de lo mejor del año, quizá deberíamos compensar tanto entusiasmo con una lista de las cosas malas. No me refiero a los peores libros, discos o películas —el silencio ya es una crítica suficiente—, sino por ejemplo los 'mejores' peores desastres que ha causado la emergencia climática en 2021. Deberían contar los fuegos que arrasaron Australia, Grecia, Turquía o California; las inundaciones que hemos visto en Alemania, China, Filipinas y más o menos en todas partes, y ahora especialmente brutales en el este de Brasil; el huracán que devastó la región de Kentucky en Estados Unidos; los acuerdos bajo mínimos de la cumbre por el clima de Glasgow; la destrucción constante de los glaciares; la sequía en países como México y el calor extremo del verano, o esa sensación primaveral que vivimos por Navidad en Catalunya.

La lista de los desastres, del todo incompleta, debería asustarnos más. Hace ya más de 30 años que los científicos empezaron a alertar del efecto invernadero y del cambio climático, pero aún se ve como una novedad que nos sorprende a diario. La globalización nos da las noticias de todo el mundo más rápido, pero puede que a la vez nos aísle más, nos insensibilice, como si las imágenes terribles no acabaran de ser reales si no suceden cerca de casa. "Los pequeños cambios son poderosos", decía hace 30 años el capitán Enciam, todo un visionario, pero no es menos cierto que en las cuestiones climáticas serían más poderosos los grandes cambios de los gobiernos, si un día dejaran de priorizar el crecimiento económico, o si por fin pusieran la razón por delante de la ideología.

Estas fiestas mucha gente ha visto en Netflix la película 'Don'tLook Up' ('No mires arriba'), dirigida por Adam McKay, que fabula con el destino de los humanos cuando unos científicos descubren que un cometa gigante impactará contra la Tierra y nos aniquilará. Lo comunican al Gobierno de Estados Unidos, que decide ponerse en manos de un multimillonario tecnológico que es un resumen hilarante de los Bill Gates, Elon Musk, Steve Jobs y Jeff Bezos de este mundo. Por el tono de sátira, que a pesar de ser caricaturesco resulta verosímil, intuimos pronto cuál será la reacción grandilocuente de esos poderes fácticos: simulan salvar a la humanidad, pero de hecho se mueven por intereses personales. De fondo, la sensación realista de que ven al Universo como un territorio a su disposición, donde incluso la supervivencia en situaciones límite se puede comprar.

Viendo la película pensaba que si, en lugar del cometa, la amenaza fuese el calentamiento global, el filme sería más creíble. La diferencia es que la catástrofe del cometa puede situarse en una fecha concreta, mientras que el drama de la emergencia climática lleva décadas existiendo, pero es difuso y generalizado. Quizás los científicos deberían ser más sensacionalistas y calcular esa fecha final: avisarnos sin reparos del día en que, si los gobiernos siguen así, podremos dar a la Tierra por muerta, 'dead', 'finita', 'kaputt'.

Suscríbete para seguir leyendo