Muere Emiliano Aguirre, la voz de Atapuerca
El trabajo del científico que situó a la Sierra de Atapuerca en el mapa de la evolución humana y que en 1998 obtuvo el Premio Príncipe de Asturias a la Investigación Científica y Técnica sigue guiando a las nuevas generaciones
![El profesor Emiliano Aguirre (izquierda), acompañado de Eudald Carbonell, en una rueda de prensa de 2007](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/0c54ae47-7586-4bd1-9f9b-88b5d668ab8b_source-aspect-ratio_default_0.jpg)
El profesor Emiliano Aguirre (izquierda), acompañado de Eudald Carbonell, en una rueda de prensa de 2007
![Jordi Serrallonga](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/55b4a38e-8f67-4abe-8f24-bcbdc03d6331_source-aspect-ratio_default_0.jpg)
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Jordi Serrallonga
Arqueólogo, naturalista y explorador. Colaborador del Museu de Ciències Naturals de Barcelona.
Complicado describir a Joan, mi primate, que para llamar por teléfono girábamos varias veces una especie de ruleta. Más complicado es explicar, a mis alumnas y alumnos del Grado de Antropología y Evolución Humana (UOC/URV), que hubo un antes al boom científico y mediático de Atapuerca. Este es el modesto homenaje al hombre que le dio voz internacional.
Cursaba segundo de carrera y quería estrenarme como arqueólogo. Aquel verano de 1989 primero pasé por el Abric dels Colls, bajo la dirección de Josep M. Fullola; nieto de un padre de la Prehistoria: Lluís Pericot. Después recalé en el Abric Romaní de Capellades; otro sitio paleolítico que no gozaba de su popularidad actual. Allí estaba Robert Sala (actual director del IPHES) y Eudald Carbonell, tocado por el salacot curtido en África y Torroella de Montgrí. Eudald me habló –permítanme el guiño cinematográfico– del tesoro de la Sierra de Atapuerca, y del pionero con el que trabajaba: Emiliano Aguirre.
Para mi sorpresa, la firme figura de un hombre ataviado con gorro de tela y pulcra camisa –pero reconvertida en uniforme de paleontólogo– se recortó en la verja de entrada. Levantamos la vista al escuchar el entusiasta y jovial saludo: un profundo chorro de voz que reverberó a lo largo de la pared del abrigo rocoso. El profesor Emiliano Aguirre –reconocido biólogo evolutivo del Museo Nacional de Ciencias Naturales/CSIC– se quedó con nosotros unos días. «¿Dónde estudias?», me preguntó. Respondí que en la cátedra de Prehistoria de la UB y que también había iniciado un estudio primatológico con Jordi Sabater Pi. «Coincidimos ambos en Guinea Ecuatorial. Sigue trabajando así y un día te vienes a Atapuerca». Acaté la orden: voy con asiduidad.
Durante los 70 y 80, aún habiéndose publicado los fósiles humanos de la Sima de los Huesos o las faunas e industrias líticas de Galería, don Emiliano no cejó en su empeño de impulsar la investigación en Atapuerca. Y hubo recompensa. El año 1994 –la dirección del proyecto ya había pasado a manos de Juan Luis Arsuaga, Eudald Carbonell y José María Bermúdez de Castro–, se descubrieron los restos, en Gran Dolina, de un hominino fósil muy antiguo: el Homo Antecessor. La catapulta hacia la Fundación Atapuerca y una garantía de continuidad. Aguirre había dejado a su criatura en buenas manos. Pero él siguió estudiando y divulgando.
La 'Voz de Atapuerca' visitó Orce, Granada, en 1995. Josep Gibert había organizado un congreso internacional de Evolución Humana, y fui invitado junto a varios compañeros y compañeras. Intentábamos abrirnos camino en el terreno de la Evolución Humana y pensamos en la creación de un grupo interdisciplinar de investigación; por lo que, con la complicidad de Daniel Turbón y Alejandro Pérez-Pérez, osamos proponer a Francis Clark Howell, Phillip V. Tobias y Emiliano Aguirre –a los cuales perseguían la prensa, autoridades y otros colegas de renombre– que se reuniesen con nosotros en una cueva local; como en 'El club de los poetas muertos'. Para fortuna nuestra, aceptaron los tres. Una tríada –cosas del azar– nacida en 1925; el mismo año de la publicación del primer homínido fósil africano que abrió la apasionante y, en ocasiones, polémica búsqueda del «eslabón perdido»: el Niño de Taung (Australopithecus africanus). Fue una Jam Session, pero en clave de historia de la ciencia. Durante horas, rotando en varios solos –monólogos apostillados por anécdotas de los otros dos de la banda– aquella noche, en torno a la larga y maciza mesa rural, una veintena de discípulos escuchamos embelesados. La sabiduría y voz de Aguirre nos sedujo.
Al año siguiente fundábamos HOMINID Grupo de Orígenes Humanos en la UB, sin tiempo para incluir a Mary Leakey. También nos dejaron Francis, Phillip, Josep, John Desmond Clark y Jordi Sabater Pi... Ahora, Emiliano. Pero, ¿quién no ha oído hablar de Atapuerca en la actualidad? Le imagino diciendo: «He visto cosas que vosotros no creeríais. La primera mandíbula fósil hallada en Atapuerca. Un santuario, patrimonio de la humanidad, en las puertas de Ibeas de Juarros». La diferencia es que «todos esos momentos no se perderán en el tiempo igual que lágrimas en la lluvia». Su voz seguirá escuchándose entre las nuevas generaciones.
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