Un concepto vacío
El mantra de la Generalitat republicana
El independentismo confunde la institución, que ha de ser neutral, con el color político de quien manda.
![El candidato a la investidura Pere Aragonès junto a la presidenta del Parlament, Laura Borràs.](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/64c40d17-9e94-4c1e-bd1a-5f879a661de0_16-9-discover-aspect-ratio_default_0.jpg)
El candidato a la investidura Pere Aragonès junto a la presidenta del Parlament, Laura Borràs. / EFE / Marta Perez
El procesismo 'made in ERC' está feliz de anunciarnos otro concepto vacío: la “nueva Generalitat republicana”. Sirve para prometernos todo lo bueno que vendrá a partir de ahora, y lo meterán hasta en la sopa. A ello se abonó con insistencia Pere Aragonès en su discurso, afortunadamente breve. En la nueva Generalitat republicana habrá paz y felicidad, progreso y justicia, casa y vida digna, feminismo y ecología, amnistía y autodeterminación. Se trata de otro truco para insuflar ánimos a sus votantes, y otro ejemplo de hasta qué punto los independentistas se apropian dela Generalitat, colgando lazos o pancartas como hizo Quim Torra o adjetivando ahora el nombre de la institución para resignificarla. La Generalitat ni antes -en contraposición- era monárquica (a Carles Puigdemont parece que le ha dado un susto al enterarse) ni ahora es republicana, por mucho que ERC esté al frente del Govern. El independentismo confunde la institución, que ha de ser neutral, con el color político de quien manda.
Es un abuso terminológico inaceptable, imagínense el escándalo si un presidente del Gobierno español hubiera anunciado que con él llegaba el “Estado popular” (Mariano Rajoy) o el “Estado socialista” (Pedro Sánchez). Es un abuso y también un truco con efecto placebo para su deprimida parroquia. Más allá de eso, Aragonès no transmitió ni estatura política ni entusiasmo, y repitió las mismas promesas tantas veces incumplidas por los anteriores gobiernos donde ERC estaba al frente de las consejerías de más peso. Fue aplaudido tímidamente por sus diputados, pero no por los de Junts, evidenciado que la desconfianza se mantiene en alto pese al pacto 'in extremis'. La “nueva Generalitat republicana” es solo un cambio de cartel en la fachada para maquillar la realidad del fracaso independentista. Ni España dejará de ser una democracia en forma de monarquía parlamentaria, ni hay negociación posible sobrela amnistía o la autodeterminación. Indultos, sí, pero nada más. Se han dado dos años para propagar el nuevo mantra. A ver si entre tanto gobiernan bien un poquito. No es pedir tanto.
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