Pactos en Catalunya

Virtudes de un virtual Gobierno minoritario

Un Ejecutivo de Esquerra y ‘comuns’ con apoyo socialista favorecería la gobernanza

Salvador Illa y Pere Aragones

Salvador Illa y Pere Aragones

Astrid Barrio

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Los resultados de las elecciones al Parlament de Catalunya han arrojado dos posibles coaliciones mínimas ganadoras. Una mayoría de izquierdas formada por PSC, ERC y En Comú Podem y una mayoría independentista integrada por ERC, JxCat y la CUP (no contemplo la incorporación de los 'comuns' por tratarse de una coalición sobredimensionada e incompatible ideológicamente). Ambas presentan problemas que ponen en duda su viabilidad. La primera, porque los dos principales potenciales aliados, PSC y ERC, han dicho por activa y por pasiva, pero no por perifrástica, que no pactarían el uno con el otro, e incluso ERC ha suscrito un acuerdo con el resto de partidos independentistas ratificando esta negativa.

La segunda presenta dos problemas mayores. Por un lado, la escasa predisposición de JxCat a ceder a ERC la vara de mando en el liderazgo del independentismo tras su victoria en escaños por un escaso número de votos. Ceder el liderazgo implica ceder la presidencia de la Generalitat y que Pere Aragonès deje de ser vice-presidente con funciones de presidente para ser presidente de veras. Implica también redistribuir consejerías y numerosos entes públicos, entre los cuales la dirección de TV-3 y de Catalunya Ràdio. Pero sobre todo implica que Puigdemont transfiera el testigo y acepte una posición subordinada a Junqueras como líder moral del independentismo y asuma, en consecuencia, una devaluación del ‘exilio’ y del legitimismo. Al fin y al cabo, de formarse ese Gobierno dejaría de ser el presidente destituido por el 155 al que no dejaron recuperar su cargo y se convertiría en un expresidente derrotado en las urnas.

Los objetivos de PSC y ERC son perfectamente conciliables, aunque para reconocerlo hará falta una segunda vuelta electoral

Por el otro, la interpretación que hacen cada uno de los partidos del significado de que el independentismo haya superado el 50% de los votos. Es conocida la apuesta de ERC por la vía ancha que implica negociación y pacto con el Gobierno de España, que exige tiempo para ir ampliando la base y que pospone 'sine die' la celebración de un referéndum. Para JxCat superar el 50% implica asumir el mandato del 1 de octubre y levantar o reactivar, dependiendo del día, la declaración de independencia y mantener el escenario de confrontación con el Estado. Para la CUP, el 1 de octubre fue un ejercicio de desobediencia civil e institucional, pero la ausencia de reconocimiento internacional exige la celebración de un nuevo referéndum mínimo en 2025. Estas desavenencias amenazan la posibilidad de acuerdo e incentivan sobre todo a JxCat a intentar echar de nuevo los dados en una repetición electoral que le permita durante unos meses mantener lo demás constante y por tanto su primacía. Ya de entrada, y para evitar la coartada de JxCat, ERC ha anunciado sin mucho detalle que esta ha de ser la legislatura para preparar un nuevo referéndum. A saber. 

Existe también en el plano teórico la alternativa de un Gobierno minoritario. Este tipo de gobiernos --a pesar de la mala fama que arrastran, porque se dice duran menos, son poco efectivos y tienen una capacidad limitada para emprender grandes iniciativas políticas--, son muy habituales en los sistemas con elevada fragmentación partidista y tienen numerosas virtudes, sobre todo en sistemas de gobierno multinivel como el español, bien ha explicado Bonnie Field en 'Por qué funcionan los gobiernos minoritarios'. Los gobiernos minoritarios incrementan la calidad del debate político, fortalecen el Parlamento y potencian la representación y también pueden tener un alto rendimiento por su capacidad para aprobar leyes y para gestionar retos políticos concretos, sobre todo si se favorecen la gobernanza multinivel gracias a los intercambios entre arenas políticas.

Ese sería el caso si el PSC --a pesar de ser la primera fuerza política en Catalunya, pero teniendo en cuenta que los socialistas (con Podemos) gobiernan en minoría España, su arena política prioritaria--, se planteasen apoyar a ERC (y a En Comú Podem) en Catalunya a fin de garantizarse la gobernabilidad en España y de avanzar en la resolución del reto político que es el conflicto catalán. Hoy, PSC y ERC se vetan mutuamente. Sus objetivos son distintos, pero perfectamente conciliables, aunque para reconocerlo hará falta una segunda vuelta electoral. He ahí la perífrasis. 

Suscríbete para seguir leyendo