Tras el 14-F

Vía amplia y liderazgo de izquierdas

Hay tres opciones sobre la mesa: Govern de Frente Amplio, Govern conformado con otras fuerzas políticas soberanistas de izquierda o Govern en minoría con apoyo diversos

El presidente de ERC, Oriol Junqueras, saluda a los medios de comunicación al salir este viernes de prisión.

El presidente de ERC, Oriol Junqueras, saluda a los medios de comunicación al salir este viernes de prisión. / Susanna Saez

Joan Tardà

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La virtud de Oriol Junqueras en relación a Esquerra Republicana ha sido la de no modificar el ADN acuñado por Carod-Rovira y Puigcercós consistente en construir estadios favorables al crecimiento del republicanismo. Prueba de ello son el Tripartito presidido por Pasqual Maragall para normalizar el independentismo, condición 'sine qua non' para hacerlo más popular, así como la voluntad expresada en 2010 de arrancar a Artur Mas de los brazos de Joaquim Nadal y de Alicia Sánchez Camacho a fin de arrastrar el mundo convergente hacia escenarios inéditos de enfrentamiento con Madrid con la demanda del concierto económico. Por lo cual la coherencia con la que Junqueras (en paralelo a Arnaldo Otegi) encaró la investidura de Pedro Sánchez estaba escrita, de igual manera que las diferentes y antagónicas posiciones de Gabriel Rufián y Laura Borràs en cuanto al debate presupuestario. De hecho, el resultado exitoso de la lista republicana en las áreas metropolitanas no hubiera sido posible si ERC hubiera especulado con unas nuevas elecciones españolas que abrieran la puerta al trío Casado-Rivera-Abascal o hubiera frustrado las cuentas del Gobierno español para 2021.

Hacer triunfar una praxis política en favor de la acumulación de fuerzas soberanistas de izquierda no ha sido fácil para el republicanismo. Solo hay que tener presente que hasta el domingo pasado nunca había sido capaz de superar al nacionalismo en una elecciones al Parlament y que a lo largo de 40 años ha tenido que abrirse camino ante el socialismo y el pujolismo fundadores, ambos, del régimen del 78. Y, por lo tanto, suficientemente dominantes como para que nada pudiera hacerse realidad al margen de ellos. Cultura de gobierno y cultura de poder hegemónicas, a menudo coincidentes o menudo enfrentadas y atrincheradas a un lado y otro de la plaza de Sant Jaume, que siempre habían mantenido el deseo de convertir al republicanismo y a ICV (como ahora hacen con En Comú-Podem) en satélites de los unos y de los otros.

Sin reconstrucción en clave de más justicia social y de mejor reparto de la riqueza, la patria se convertirá en esperpento

El 'junquerisme' post 14-F, como derivada de las estrategias de Carod-Puigcercós y del primer Junqueras, abre escenarios tan novedosos como posiblemente difíciles de explicitar en una fase de conversaciones poselectorales en las que lo inmediato y el tacticismo (producto de las negociaciones) se convierten en la prioridad. Es bastante evidente, sin embargo, que el exclusivo binomio gubernamental Junts per Catalunya-Esquerra es una fórmula acabada, constatación producto no solo del relativo rendimiento del Govern Torra-Aragonès, sino también de la evidencia de que el 'procés', para avanzar, requiere una mayoría parlamentaria más transversal, el centro de gravedad de la cual se desplace a la izquierda.Via Ampla y Front Ampli han sido los términos con que el republicanismo ha llamado a las fuerzas favorables a la amnistía y a un referéndum acordado a conformar un nuevo Govern presidido por primera vez por una fuerza republicana y de izquierdas. En las últimas semanas ha circulado la pregunta de si Jéssica Albiach respondería con la misma inteligencia política de Pablo Iglesias cuando se implicó en la gobernabilidad con un PSOE al que había acusado sin rodeos de ser parte de la casta. Y de la peor, porque lo hacían escondiéndose detrás de unas siglas venerables. De igual manera habrá que ver si las manifestaciones cargadas de compromiso y de responsabilidad de Dolors Sabaté, en cuanto a la implicación de la CUP, no quedan abortadas por discursos ideológicos que a menudo son la coartada para el mantenimiento de prejuicios personales.

Govern de Frente Amplio, Govern conformado con otras fuerzas políticas soberanistas de izquierda o Govern en minoría con apoyo diversos. Tres opciones que todavía es demasiado pronto como para que podamos alejarnos de las quinielas. Pero, en todo caso, presidencia de Pere Aragonès y adiós a un Ejecutivo del mismo molde que el anterior. Porque todo pasa por sumar, ensanchar y acumular fuerzas para la resolución de un conflicto que exige la construcción de una solución democrática pactada y acordada que haga posible un referéndum, en el que la inmensa mayoría de los catalanes vean incorporada su opción. Porque sin desjudicializar el 'procés' continuarán prevaleciendo las emociones por encima de la racionalidad y porque sin reconstrucción en clave de más justicia social y de mejor reparto de la riqueza la patria se convertirá en un esperpento.

En definitiva, priorizar la cultura política del diálogo, sin la que nunca se conquistan los mejores pactos. Haría bien el socialismo catalán en observar, pues, el planteamiento con que el republicanismo actúa en Madrid.

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