Opinión | Crujidos en la coalición

LUIS MAURI

El apocalipsis de Sánchez e Iglesias

El Gobierno que iba a ser hundido por el virus acaba de sacar adelante el Presupuesto y la primera ley de eutanasia. La presión interna seguirá en la juntura socioeconómica de la coalición, pero hoy ni Sánchez ni Iglesias tienen alternativas a su alianza

Sánchez e Iglesias viajan a Marruecos para tratar la crisis migratoria

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Hay pocas ideas tan sugestivas como la del apocalipsis. La prédica del fin del mundo siempre ha reunido a un electrizado remolino de gente en torno al profeta. Desde las visiones de Juan sobre el juicio final en la gruta de Patmos (siglo I) hasta el recalcitrante predicador estadounidense Harold Camping (s. XX), el Beato de Liébana (s. VIII), San Malaquías (s. XII), Nostradamus (s.XVI) o los psicópatas mesiánicos Charles Manson y Jim Jones (s.XX). Desde un púlpito, en lo alto de un carro o de un cajón de madera o en una tertulia audiovisual, el magnetismo de la hecatombe definitiva es siempre asombroso.

El oficio de agorero nunca entra en crisis. Esta suerte de morbo ancestral es muy apreciado en la brega política por su alto poder desestabilizador. 

La derecha española y la derecha independentista catalana acariciaron durante 2020 la idea del hundimiento de la coalición PSOE-Podemos. La tremenda magnitud de la crisis sanitaria y de la consiguiente devastación económica daba alas a esta expectativa. Eso, y los crujidos que emiten los goznes de una coalición de izquierdas inédita desde los años 30 del siglo pasado. Y también la crisis de la monarquía, la inseguridad de la mayoría de la investidura, el áspero desafío del poder judicial y la concurrencia de maniobras de desestabilización. 

Moneda corriente

Las zonas de intersección de la coalición van a seguir chirriando. Las encuestas no son halagüeñas para Iglesias. Podemos seguirá acentuando su perfil mediante el manejo de las discrepancias con el PSOE. Esto puede generarle mayor o menor incomodidad a Sánchez, pero es moneda corriente en todas las coaliciones. Una seña de identidad. Pero ni Sánchez ni Iglesias tienen hoy alternativas más sólidas ni rentables políticamente que la cohabitación.

La presión interna se mantendrá con altibajos mientras dure la legislatura, sobre todo en las junturas socioeconómicas. Ahí, el rozamiento calienta y centellea. Y seguirá centelleando: salario mínimo interprofesional, reforma laboral, pensiones... El reto de los aliados será manejar con acierto las válvulas para evitar el riesgo de explosión. Hallar un equilibrio entre la singularización que necesita todo socio minoritario para no acabar asfixiado por el abrazo del mayoritario y la cohesión y la lealtad mínimas que requiere toda alianza.

Último tren

El apocalipsis se vende solo y a manos llenas. Pese a ello, el mundo no suele acabarse. El Gobierno que iba a hundirse bajo el embate del virus acaba de sacar adelante el Presupuesto con una holgura no vista en mucho tiempo en el Congreso. La vía de la legislatura queda despejada. Otro tanto ha logrado con la primera ley de eutanasia de España, un hito político y social histórico.

La vacunación empezará el 27 de diciembre. Es el principio del fin de la pandemia. Los daños económicos y laborales son terroríficos, pero el colosal fondo de la UE ha de encauzar la recuperación. Europa se congracia con sí misma y se reivindica como actriz principal. El auténtico desafío de España es acometer con acierto la profunda reforma económica e industrial que necesita. No pasará otro tren. 

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