Pros y contras

Elemento inquietante

Manuel Valls.

Manuel Valls.

Josep Maria Fonalleras

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Manuel Valls continúa en su línea de entender la lengua como un "elemento inquietante". No el castellano, esa lengua no, porque es de inclusión y es de todos, sino el catalán o el vasco, que generan "lógicas sectarias, de exclusión, de expulsión", estiletes de la "ruptura" que pretenden los nacionalismos "que no salen de la crisálida etnolingüística". La lengua, como un enemigo a combatir. Lo dijo en una entrevista en TV5 Monde y ahora ha incidido en lo mismo.

En su imaginario, "las lenguas llamadas regionales" tienen derecho a vivir, eso sí, pero precisamente lo que quiere es que permanezcan como larvas, quiescentes, inactivas, controladas y analizadas como se analiza y controla un virus en un laboratorio. Esta idea sobre la lengua como un atentado contra la unicidad es muy republicana, pero viene de lejos, de la monarquía de Francisco I, por ejemplo, que impuso el francés en el siglo XVI, o de Luis XIV, que proclamó que "el uso del catalán repugna y es contrario al honor de la nación francesa”. El amigo Macron lo ha ratificado recientemente. "Somos todos franceses", dijo, "porque el rey decidió que todos los que vivían en su reino tenían que hablar francés". 'C'est tout'.